Antes de acometer la disección de esta obra maestra, he de hacer una confesión para no mancillar la relación de confianza y complicidad basada en la honestidad que todo crítico ha de mantener con el público lector: no he visto la segunda y la tercera entrega de la saga por razones completamente ajenas a mi voluntad, ya que en el momento de su estreno cumplía condena en prisión por varios delitos de estafa en grado de tentativa y papanatismo con el agravante de reincidencia.
No obstante, una evacuación de consultas con los más cualificados colegas de mi gremio previa al estreno de ‘Torrente 4’ me he permitido forjarme mi propia opinión sobre estos dos títulos que, al parecer, no lograron alcanzar la excelencia de la primera parte. Confieso que establecer estas diferencias constituye para mí un enigma similar al que supondría celebrar la salida del nuevo disco de Bisbal como un regreso a las esencias que destilaba el primero.
Y si no pude ver ‘Torrente 2’ y ‘Torrente 3’, sí que asistí, en cambio, los fastos del recibimiento de ‘La Roja’ tras el Mundial de Suráfrica, en el que milllones de parados salieron a las calles para celebrar el orgullo de ser español. Vaya una cosa por la otra.
Aclarado lo cual, ha llegado el momento de reconocer que ‘Torrente 4’ es un mojón en nuestra cinematografía patria que permanecerá a lo largo del tiempo como una referencia insoslayable. Retrato de lo peor de España, y por lo tanto de sus esencias imperecederas, la nueva película de Santiago Segura es una producción exigente por cuanto está sembrada de referencias y guiños a los clásicos, no sólo del séptimo arte,
sino de cualquier disciplina artística.
Así, las ventosidades del hijo de la Pantoja remiten directamente al cine del mejor Michelangelo Antonioni, al igual que resulta imposible no evocar la escena de ‘Motín a bordo’ en el que la Bounty cruza el Cabo de Hornos a la vista de las flatulencias de Belén Esteban. Es más: los espectadores avisados descubrirán de inmediato que la escena de la vomitona está rodada bajo una iluminación idéntica a la que resplandece en algunos cuadros de Caravaggio.
Nos encontramos, en fin, ante una película española que, lejos de avergonzarse de serlo, aprovecha todas las ventajas que le concede tal condición. Una película que, sin necesidad de recurrir una vez más a la Guerra Civil, nos habla de las dos Españas, separadas por tanto, pero unidas en el astracán.
Porque, en efecto, el país aparece ahora dividido tan sólo por una pantalla: dentro de ella, ceporros que cobran por serlo; fuera, en el patio de butacas, espectadores de pagan por sentirse como tales, aunque sólo sea durante dos horas, gracias a la magia del cine. Sirva como consuelo la certeza de que nadie es capaz de ser las veinticuatro horas del día tan idiota como cuando contempla ‘Torrente 4’.
Desde el punto de vista sociológico, la película constituye también un experimento de primer orden. Durante la proyección, creí atisbar a una butaca a un ciudadano -en la oscuridad de la sala, no sabría decir su sexo, raza o edad- que no se rió en ningún momento, ni siguiera en la escena en la que María Patiño vocaliza perfectamente su eructo.
He ahí un ejemplo de extranjero en la soledad más cósmica, pensé, fruto de su empecinada negativa a integrarse en nuestras sociedad y en hacer suyos nuestros valores. Y añadí una última reflexión: “Que se joda, intelectual de los huevos”.
FICHA TÉCNICA.
Título: Torrente 4 – Lethal Crisis
Género:Comedia
Año de producción: 2011
Estreno en España: 11/03/2011
País: España.
Guión y dirección: Santiago Segura.
Reparto: Santiago Segura, Ana Obregón, Yon González, David
Bisbal, Andrés Pajares, Andreu Buenafuente, Fernando Esteso, Cesc
Fàbregas, Belén Esteban, María Patiño.