“Aquella temporada 2010-2011, estuvo marcada por las protestas convocadas por la Liga de Fútbol Profesional en favor del derecho inalienable a gastar más de lo que se ingresaba y, en definitiva, a vivir por encima de sus posibilidades, una reivindicación clave en la historia de la clase trabajadora española.
Por eso, cuando la LFP convocó un parón liguero en Primera y Segunda División, el Gobierno respondió con celeridad y determinación, amenazando con enviar al Ejército a jugar los partidos establecidos en el calendario futbolístico, medida que finalmente se vio obligado a aprobar mediante decreto ley. El resultado fue una quiniela en la que hubo 4.516 acertantes de primera categoría, la mayor parte de ellos, con domicilio en los cuarteles de Jaca, la base Torrejón y la tripulación del ‘Juan Sebastián Elcano’.
En cuanto a los equipos vascos, corrieron distinta suerte en sus enfrentamientos. Por un lado, el Athletic se vio obligado a saltar al campo con tan sólo siete jugadores debido a su empecinamiento en alinear únicamente a futbolistas vascos -en este caso, siete legionarios pertenecientes a la brigada Hijos de Moscardó, todos ellos, con una amplia experiencia como porteros (de discoteca)-. El resultado fue de empate a cero.
La Real, por su parte, recurrió a la docena de soldados profesionales que aún permanecen acantonados en los cuarteles de Loiola, acostumbrados todos ellos a aprovechar los espacios libres, dentro y fuera de la cancha. El hecho de que todos menos el portero fueran de origen latinoamericano proporcionó al juego txuriurdin una viveza y alegría tropical nunca vistas antes en Anoeta, aunque que no fue suficiente para evitar la enésima dolorosa derrota por 0-4. Al término del encuentro, la plantilla realista hizo votos por el mantenimiento de la huelga de los clubes de fútbol “ya que necesitamos partidos para seguir creciendo”, según coincidieron en señalar a la salida del vestuario.
En cuanto a Osasuna, volvió a ganar fuera de casa -con dos goles del cabo Miraflores-, en vista de lo cual, el contigente militar rojillo anunció la inmediata voladura controlada mediante la utilización explosivos del Estadio Reyno de Navarra, apenas llegara de vuelta a Pamplona el autobús del equipo con los artificieros.
La Liga se reanudó a la semana siguiente, después de que el Gobierno hiciera ver a los dirigente de la LFP la posibilidad legal de someterlos a la jurisdicción militar, procesarlos en consejo de guerra y fusilarlos al amanecer, al amparo legal de las medidas contempladas por la jurisprudencia para casos de alarma social que conlleven merma alguna de la seguridad nacional”.