A medida que se acercan las fechas -da igual si nos referimos a las electorales o a las que decidirán la Capitalidad Cultural-, Odón Elorza comienza a asemejarse a un reactor nuclear averiado con emisiones de humo contaminante. Los analistas políticos sospechan que el alcalde ha entrado en fusión antes incluso que las propias cajas vascas.
Ayer aprovechó su visita a Bilbao para quejarse del apoyo que la BBK, a través de su Fundación CajaSur, presta a Córdoba en su candidatura para 2016. En un rapto de humor negro, Elorza lamentó que la caja vizcaína no se dedique a hacer país al respaldar la candidatura rival de la donostiarra, obviando que si algo nos caracteriza a la hora de hacer país es nuestra empecinada entrega a la hora de deshacerlo. Dicho de otra forma, sólo nos reconocemos en la bronca porque nada nos mantiene tan unidos como la discordia.
Para formular su reproche, Odón ha tenido que olvidar primero que el mundo de las finanzas no funciona en clave de país, sino en clave de ‘familia’, entendida ésta como un conjunto de intereses comunes, a la manera en que la retrataron Coppola o Scorsese. A modo de desagravio, el alcalde donostiarra reclama un gesto a su homólogo bilbaíno, quién sabe si bastaría con que quitara de Anoeta las pistas de atletismo.
La BBK será el Stalingrado de Córdoba 2016, una candidatura a la que el jurado del Gran Premio Capitalidad Cultural ya denigró hasta lo indecente durante el primer corte que, no obstante, logró salvar. Tres años después de la quiebra de Lehman Brothers y del estallido de la crisis bancaria, cualquier candidata que esgrima la ‘educación en valores’ como eje central de su programa debe evitar rigurosamente el respaldo de todo tipo de entidades financieras en cualquiera de sus modalidades y, de no ser posible, mantenerlo en el más absoluto secreto.
Dice el dogma comúnmente aceptado que el título de Capitalidad Cultural no recaerá en la ciudad que más lo desee, sino en la que más lo necesite. Nuestras esperanzas de ganar se cifran en que el jurado sepa apreciar que, al menos en esta ocasión, las dos circunstancias concurren en una misma candidata.