Amén de una gran ilusión social, la que se presume como inminente desaparición de ETA ha disparado las endorfinas de la intelectualidad vasca, que ve cómo la ocasión la pinta encapuchada, pero igual de calva, para colar sus más ingeniosas teorías en charlas, conferencias, libros o cursos de verano, a la espera de que alguna de ellas haga fortuna.
La de crear “un relato compartido” sobre nuestra historia reciente es una de ellas y vendría a completar al conocido triunvirato de “justicia, memoria y reparación”. La ensalada se aliña con otros ingredientes, más o menos ornamentales, tipo “reconciliación”, “convivencia”, “respeto” o “reconocimiento del daño causado”.
En un mundo perfecto todo esto sería, no sólo deseable, sino ineludible, pero por desgracia, aún estamos en éste y la experiencia reciente demuestra que el ‘pack de paz’ puede ser deseable, pero en absoluto necesario y llegado el caso, puede resultar contraproducente.
Hoy, 18 de julio de 2011, es el día en el que no sólo no existe un relato unitario sobre la Guerra Civil, la postguerra o el franquismo en su conjunto. Ni siquiera lo hay sobre la República. En lo que constituye un caso insólito en Europa, ni siquiera existe el más mínimo consenso sobre cuándo empezó la contienda bélica, ya que algunos persisten en situar el dato en 1934, con lo cual tampoco se sabe muy bien qué efeméride padecemos hoy. En cuanto a “justicia, memoria y reparación”, nunca las hubo, ni hay motivo alguno para sostener que las habrá. Así las cosas, qué decir del “reconocimiento al daño causado”, si todavía hay -y no hablo de grupúsculos marginales-.quién culpa de la destrucción de Gernika al cuerpo de bomberos.
Se dirá que en la Guerra Civil se enfrentaron dos bandos armados, pero los asesinatos en retaguardia se sucedieron a un ritmo frenético, especialmente en la zona nacional, y continuaron después de 1939. En cualquier caso, cada uno de ellos fue un acto individual, a no ser que consideremos a Federico García Lorca y a los banderilleros que compartieron su suerte como miembros de alguna milicia armada.
Cada recuerdo se sustenta en un olvido. Sobre estas premisa se levantó la transición española, circunstancia que permitió su venta como “ejemplar” durante décadas y que aún en la actualidad sirve como referente del espíritu que habría de recuperar la política en un hipotético proceso de regeneración. He aquí la gran enseñanza histórica de la cual podemos extraer conclusiones de propvecho hoy en día.