Un electrodoméstico de línea blanca dirige los destinos del Partido Popular. Su objetivo: llegar a La Moncloa como sea. El resto de su vida se reduce a ese conjunto de anécdotas intrascendentes que, por pereza mental, agrupamos bajo la denominación genérica de “cosas de la vida”.
Camps goza aún del derecho a la presunción de inocencia, salvo entre los compañeros de su partido. Su destino estaba sellado desde el momento en el que Mariano Rajoy expresó públicamente: “Paco, estamos contigo, como siempre” y remató con un “la historia será una historia feliz”. Rajoy hablaba de sí mismo, pero con ese desapego por la realidad que le ha caracterizado, Camps creyó que se refería a su humilde persona.
No se puede decir que Rajoy acumule unos conocimientos enciclopédicos, ni que su pensamiento político sea de una gran complejidad, pero hace años que no se pierde una etapa del Tour de Francia. Por eso, sabe que la misión de un buen gregario es tirar de su jefe de filas hasta el agotamiento y que cuando éste llega, el secundario debe hacerse a un lado para que líder continúe su imparable procesión, a la rueda de cualquier otro asalariado. A cambio, nadie a nadie si tomó alguna sustancia prohibida. Y con la que lleva encima, Camps ya no está ni para correr criteriums.
Rajoy ha utilizado a Camps para ganar los comicios autonómicos en Valencia por mayoría absoluta, aprovechando el tirón electoral que siempre ofrece un candidato sospechoso de corrupción, y a continuación, le ha mandado al coche-escoba, entre los aplausos de una afición que adora el EPO e idolatra al hematocrito.
En cuanto a Camps, si no supo estar por qué iba a saber irse. Desde hace al menos tres años su presencia tenía algo de ungüento gelatinoso. Ayer se despidió proclamándose “inocente” en un solemne acto de raigambre Mel Gibson, pero que tuvo más de ‘Apocalypto’ que de ‘La pasión de Cristo’. El ya ex presidente valenciano quiso dejar para la posteridad un monumento a la abnegación, pero que se quedó en una suerte de vídeo-clip a medio camino entre el ‘Sacrifice’ de Elton John y el ‘Por qué te vas’ de Jeanette. Lo peor es que encima estará encantado.