Cuando ya nos habíamos hecho a la idea de que nuestros hijos estaban condenados a vivir peor que nosotros, las proyecciones económicas dan un nuevo giro y apuntan a que quizás seamos nosotros los que acabemos viviendo peor que nuestros hijos, por inaudito que parezca. Como siempre, la magnitud del desastre sólo se alcanza a […]