Agotada de tanto buscar ‘el tercer ojo’ de la percepción en la meditación trascendental, Olivia Harrison -de profesión, viuda de ex beatle de nacimiento George-, rastrea ahora tiendas exclusivas y restaurantes de alta gama en su búsqueda de la perfección espiritual.

A su llegada anteayer a Donostia para presentar el documental de Martin ScorTsé-Tsé ‘George Harrison: Living in the material world’, esta gran dama del segundo plano hizo dos preguntas: 1) ¿Dónde está la zona de tiendas? y 2) ¿Cuáles son los mejores restaurantes de la ciudad? En cuanto a los motivos de su viaje, despachó los cuatro folios que le entregaron con solicitudes de entrevistas escogiendo a seis medios y obviando el resto.

En la película, Olivia confiesa que George “era un hombre lleno de amor y muy atractivo para las mujeres”, circunstancia que le habría impedido mantener una mínima lealtad hacia su esposa, o sea, ella misma. Por eso, a la pregunta de cuál es el secreto de un matrimonio tan largo, la viuda responde escuetamente: “No divorciarse”. 

Liberada del yugo espiritual del santurrón, a cuya muerte evita referirse en todo momento en otros términos que no sean “abandonó su cuerpo”, Olivia ha entregado el suyo a los placeres mundanos, cerrando el círculo habitual en estos casos. Al fin y al cabo, la humillación es sólo otro camino hacia la sabiduría y la frase “¿nos trae la carta de postres?”, un mantra de última generación. Bien mirado, quizás Olivia se esté vengando minuciosamente y postmortem de los años que pasó junto al inolvidable y un tanto estomagante George.