Ni dos décadas expuesto al anuncio del café de aquí de toda la vida, te preparan para el estupor en el que te sumergirá el de Campofrío. Estamos ante la versión catódica de Marina d’Or Ciudad de Vacaciones. En rigor, el spot no es un subproducto de la época de la crisis, sino su la descripción de las causas que la desencadenaron. Hay que juntar a los Morancos, a Santiago Segura, a las Virtudes y los inefables fofitos para entender cómo llegamos hasta aquí. Al rey le va a encantar y cuando lo haga, será obligado preguntarse si el soberano adoptó los gustos del pueblo o el pueblo se contagió de los del monarca.
Con la irresponsabilidad de un niño borracho de regalos, el anuncio publicitario invita al espectador a repasar los logros nacionales, y desde ese instante no hay razón alguna que te impida rememorar a Camps y al jurado popular que le absolvió -indigno hasta de ‘Operación Triunfo’, al ‘estoloarreglamosentretodos’ y al juez Dívar, a los dos partidos que se alternan en el poder gracias a la alternancia en ‘la herencia recibida’ y a una población tan alienada que es capaz de creerse ciegamente que el 12-1 a Malta fue un partido de fútbol y el programa de Chicote, un programa de telerrealidad. Abochorna la inclusión, junto al español, del resto de lenguas oficiales españolas, enumeradas en el riguroso orden en el que son vituperadas de forma habitual y, en definitiva, te devuelve a esa mitad del país que aún exige saber toda la verdad sobre el 11-M.
Y para rematar, irrumpe el sentimiento patético de la vida inherente al país mediante la inevitable invocación al enemigo exterior: “Que nada, ni nadie nos quite nuestra manera de disfrutar de la vida”. Descuide Iciar Bollaín o quien haya perpetrado este estupefaciente, que si no lo han conseguido buena parte de los protagonistas de su anuncio, confío en que a estas alturas ya nadie lo hará. “¿Qué tal están ustedes?” era una pregunta de cortesía hasta que los niños respondían con unánime entusiasmo que bien. A partir de ahí, se convertía en un congreso sevillano del PSOE. La próxima vez que alguien nos pregunte qué tal estamos, por favor, que sea mediante referéndum vinculante, y si no, que no se moleste. Por cierto, en España, siempre hubo muchos campos fríos, pero ninguno lo fue tanto como el de prisioneros en Miranda de Ebro, si de mirar hacia atrás para contemplar nuestros logros es de lo que se trata.