JORGE F. MENDIOLA
Está lloviendo, hace frío y ya hemos vuelto al trabajo. Todo
huele a que el verano toca a su fin. Para colmo, empieza la Liga… Las
vacaciones son el momento ideal para engancharse a esas series y programas que
durante el año te han pasado inadvertidos y que, de pronto, en las calurosas noches estivales, conquistan tus ojos y
te convierten en defensor a ultranza de sus bondades. Así me pasó con las
reposiciones de Hommo Zapping, por ejemplo, o la ‘joséluismoreniana’ Aquí no
hay quien viva.
Este verano, en cambio, me he desintoxicado. He fumado
menos, he comido mejor y, lo que nos importa, apenas he visto la tele. Salvo
tonteos fugaces con Aquí hay tomate y obligaciones profesionales con los
amistosos de la Real, no ha habido nada que me haya llamado la atención. A la
espera de la nueva temporada de Gran Hermano, he preferido limpiar mi mente de
la influencia de todos esos bodrios que plagan la parrilla.
Una noticia me ha alegrado la vuelta al cole. Localia está
emitiendo capítulos antiguos de La hora chanante, esa paraíso del humor cutre
sólo apto para ‘freakies’. Pensar que personajes tan entrañables como el Gañán,
Bocaseca Man, Super Ñoño o Marlo Brando y su primo Claudio se disponen a dar el salto
al gran público me llena de orgullo y satisfacción, como diría aquel (¡¡¡las
Navidades están encima, pájaros!!!).
Ya no tendré que explicar cada palabro que suelte (tontaco,
gatiti, mohíno…) y encontraré amiguitos con los que comentar las aventuras de
Mike Tyson, Kempes y Caniggia, David Hasselhoff, Agatha Ruiz de la Prada, Tim Burton y Bitelchús, Tachenko y demás caricaturas del programa.
Antes del verano, la productora de La hora chanante
negociaba con Antena 3 para hacer un nuevo espacio, menos cutre quizás y, por
tanto, menos fresco y efectivo (el batacazo de Made in China debe servir de
experiencia).
Así pues, chanantillos, multiplicaos y sed legión. Está
escrito.