Alberto Moyano

El Planeta concedido el domingo por la noche a Álvaro Pombo es un
intento de la editorial de recuperar el bueno nombre del galardón,
después de la espiral autodestructiva en la que entró en los años
noventa y que alcanzó su cénit en la pasada edición, con la enmienda a
la totalidad formulada por Juan Marsé, el ingenuo.
Después de largos años en los que el Planeta hubo de convivir con la
censura franquista, los ochenta propiciaron algunos galardones –Marsé,
González Ledesma…– que a la postre fueron los que terminaron de
prestigiar el Premio. Sin embargo, durante los años noventa, el
objetivo de la editorial no fue otro que la de vender cada año más que
el anterior, descuidando hasta extremos terribles la calidad del
producto. La fórmula escogida para conseguirlo fue vender el alma al
diablo y premiar a eso que se llama escritores-mediáticos  o
incluso mediáticos a secas: Ángeles Caso, Zoe Valdés, José María
Mendiluce, Antonio Skármeta… Incluso Camilo José Cela se llevó la
pasta, envuelto en un escabroso caso de presunto plagio. El resultado
fue estremecedor desde un punto de vista puramente literario, mientras
que las ventas se mantuvieron por las nubes, como siempre, gracias a
esa enorme bolsa de consumidores que decora las estanterías de su casa
con las novelas ganadoras Premios Planeta.
Mantener este mercado requiere únicamente una condición: bombardeo
publicitario disfrazado de información independiente. Así, en los días
previos y posteriores al fallo del jurado, el Planeta realiza una
auténtica ocupación militar de las páginas de Cultura de los periódicos
y del cierre de los Telediarios. ¿Cómo? Como siempre: invitando a
decenas de periodistas a pasar un fin de semana en Barcelona y
devolviéndolos luego a sus redacciones para que, de alguna forma,
amorticen los gastos del viaje.  Más adelante, cuando los
suplementos
culturales publiquen sus críticas, no se ahorrarán adjetivos para
describir el bodrio galardonado. Pero al año siguiente, los mismos
medios volverán a estar presentes en la cena-farsa del Planeta.