Alberto Moyano
El Ayuntamiento donostiarra ha acordado en el pleno celebrado esta mañana ubicar la incineradora de basuras en Zubieta, concretamente, en Artzabaleta. Traducido al cristiano, esto quiere decir que un alcalde que no cree en el sistema de incineración ha sacado adelante una propuesta con el apoyo de dos grupos -PNV y EA- que no creen en el alcalde. Explicado así, se comprenderá que de semejante apareamiento, quepa esperar un engendro. Por el camino se ha quedado el acuerdo de gobierno firmado por Elorza con Ezker Batua, formación que se ha enterado en puertas del pleno de que el tema se incluía por la vía de urgencia en el orden de día. Y es que para qué quieres cumplir los compromisos cuando puedes refugiarte en el siempre acogedor “lo hemos hechos por responsabilidad”.
Durante estos seis años de debate sincopado, los contrarios al sistema incinerador han conseguido sembrar serias dudas sobre la inocuidad del método, pero no han logrado presentar una alternativa creíble sobre cómo deshacernos de los residuos que generamos en creciente progresión. De hecho, sus mejores aliados durante todo este tiempo a la hora de cuestionar la idoneidad de esta opción han sido paradójicamente los defensores de la incineración, con posturas que van de la renuncia a entrar en el debate de la gestión de estos residuos hasta la designación de ubicaciones estrambóticas, tipo Landarbaso. Y por encima de todas, la exigencia unánime de que tamaña instalación se construya en municipio propio, una posición que ilustra sobre el tema más que mil argumentos y que, definitivamente, da cierto miedo.
Ahora, Zubieta tendrá que soportar una cárcel, una incineradora de basuras y los entrenamientos de la Real. El juego consiste en averiguar que tienen en común los tres. ¡¡¡Tiempo!!!