Alberto Moyano

Este mediodía se presentaba oficialmente el concierto que Bruce
Springsteen ofrecerá el próximo 15 de julio en Anoeta. Comparecían el
responsable de la promotora Get In, Iñigo Argomániz, el alcalde
donostiarra, Odón Elorza, y el diputado foral de Deportes y Acción
Exterior, Iñaki Galdos. Y aunque la competencia era fuerte, ha sido
este último el que ha ganado por KO el combate del protagonismo.
Galdos ha esperado astutamente su momento. Primero ha dejado que
Argomániz repasara los pormenores de la negociación y el precio de las
entradas. Después, ha hecho lo propio con Elorza, que en todo momento
se ha referido al músico como Sprinteen. Y a continuación, ha tomado la
palabra.
Hay que decir en su descargo que desde el punto de vista de una
institución pública no quedaba gran cosa que añadir, pero ante el reto
de la originalidad, el diputado foral se ha crecido. El concierto –ha
dicho– ayudará a «enriquecer la ciudad» y a «cohesionar socialmente»,
sin despreciar la «labor transfronteriza» de la actuación. Ni que decir
tiene que nadie ha parpadeado siquiera.
Galdos, que probablemente llamará Concierto por la Paz al concierto de
Dylan en la Zurriola, ha confesado abiertamente su amor por Springsteen
y en cuanto a su canción favortia, yo apostaría por ‘La carretera del
trueno’.
De su comparecencia se desprende que si se trata de traer a otro tipo
de artistas, tipo Marilyn Manson, que ni cohesiona ni nada, no cuenten
con la Dipu. Por otra parte, nada de lo visto hasta ahora en el
gobierno foral, del que Galdos forma parte, hacía sospechar que tuviera
en tan alta estima el valor de la cohesión.
Nunca sabremos qué hubiera dicho en su lugar Markel Olano –ausente del
acto–, ni si nos hemos perdido algo grande, pero todo apunta a que si
el día de autos al ‘Boss’ se le ocurre gritar aquello de «¡Gabon,
Donostia!», Galdos escuchará en su cabeza algo así como «¡Gora Euskadi
sozialista, reunificada y euskaldun!» y puede que hasta acabe el
concierto, mechero en mano, pidiendo el ‘Eusko Gudariak’.