Alberto Moyano
1) Sienta envidia. Da igual de qué o de quién, pero disfrute de este noble sentimiento. En la práctica, esto se traduce en innumerables hábitos, pero el principal consiste en encumbrar ídolos con fervor para posteriormente derribarlos con saña.
2) Defraude cuanto pueda en sus obligaciones fiscales. Esto, con estar bien, no es suficiente: alardee de ello en la barra del bar.
3) Haga extensible esta práctica a las bajas laborales y, en su caso, al cobro del seguro de desempleo.
4) No se olvide de gritar “mono” -de ser necesario, puede sustituirse por “indio”- y de hacer gestos de simio cada vez que acuda a un campo de fútbol.
5) Ídem si se trata de un circuito de Fórmula 1 y se encuentra Hamilton por la pista.
6) En su casa, usted es el rey. Para realizar las tareas domésticas recurra a otros inmigrantes, a poder ser, que se encuentren en situación irregular. Se ahorrará una pasta en Seguridad Social.
7) Al subir al taxi, recuerde la frase talismán: “Esto lo arreglaba yo en cinco minutos”. Lo ideal es que en la inevitable emisora de radio estén hablando de inmigración, pero si no es el caso, utilice igualmente la frase recomendada.
8) Si el programa es deportivo, añada: “Y Raúl, ¡a la selección, hombre!”.
9) En Urgencias, apremie al personal médico formulando en voz alta pensamientos como “hay que ver lo que abusan de nuestra Sanidad estos extranjeros” o “¿qué? ¿a hacernos otra mamografía, eh?”
10) Déjese ver de vez en cuando comiendo pintxos, incluso en el caso de que le cueste llegar a final de mes, es decir, sobre todo si le cuesta llegar a final de mes. Las apariencias aún importan. Y no se vaya del establecimiento sin dirigir comentarios despectivos hacia la laxitud de los camareros, ni sin recordar con nostalgia aquellos tiempos en los que el buen servicio era marca de la casa.