Alberto Moyano
Las Bolsas europeas se disparan a estas horas al alza a lomos del plan de rescate de los países de la Eurozona. Tras una sucesión de ‘lunes negros’ que amenazaba ya con convertirse en tradición, hoy la confianza ha vuelto a los parqués.
El truco ha consistido en inyectar dinero público a los bancos y, en el caso español, sin mayores medidas de control. Si en pleno desplome, los directivos se arreaban cenas millonarias, hoy probablemente ya estarán embarcando rumbo al Caribe. Deseémosles feliz navidad porque es previsible que necesiten una larga estancia -por supuesto, con todos los gastos pagados- para descargar tanto estrés acumulado.
Todo este tobogán financiero-ecomocional está sirviendo al menos para aclarar conceptos. A partir de ahora resultará muy difícil sostener que los bancos no son humanos. Lo son e intensamente, al menos, en sus miserias. ¿Recuperaría usted la confianza en la economía si el Gobierno se hiciera cargo de su hipoteca a treinta años y le inyectara fondos públicos, en teoría millonarios y en la práctica ilimitados? Pues eso.
Como los designios divinos, los mercados financieros son inescrutables, aunque empiezan a volverse previsibles. Esta mañana, una hora antes de que abrieran las bolsas, ya se anunciaban las subidas al tiempo que para mañana se vaticinaban bajadas. “Es que anda un poco volátil”, dicen, como si eso lo explicara todo.
A estas horas del lunes, las crónicas hablan de euforia tras el pánico, lo cual -bien mirado-, produce aún más pavor, ante los indicios evidentes de esquizofrenia con brotes violentos. Si hasta ahora, considerábamos adivino a quien nos dijera qué pasaría mañana, en estas momentos estamos dispuestos a concederle el título a quien nos explique qué es lo que ha pasado hasta hoy.