Alberto Moyano

Sin duda, hubo un malentendido por parte de los voluntarios en la
instalación kursaalera que Spencer Tunick llevó a cabo el sábado en
Donostia. Parece ser que en un momento dado, llevados quizás por la
tensión del cuadro, buena parte de los asistentes insistieron en
reclamar a gritos que los trabajadores de los medios de comunicación
que cubrían el acto también se desnudaran. Craso error porque los
únicos que participaban voluntariamente en el despelote eran
precisamente los inscritos. El resto estaba trabajando. Por eso, si no
se pidió el nudismo de los miembros de la organización ni el del propio
Tunick, tampoco tenía sentido exigírselo a los cámaras, a los
fotógrafos de prensa y a los periodistas.
Por otra parte, alguno de los voluntarios que ha salido fotografiado en
las páginas de la prensa se ha sentido molesto por la foto. Qué pena.
Al final, se ve que mucho nudismo desinhibido y tal pero los viejos
prejuicios siguen latentes, ahí, a la que salta. Eso, en el mejor de
los casos. En el peor, denota un comportamiento un poco infantil de
“mira como enseño la pilila, ahora sí, ahora no; ahora sí, ahora no; ahora sí, ahora no”.
En todo caso, enhorabuena a todos los participantes.