120 PULSACIONES POR MINUTO
Título original: 120 battements par minute
Año: 2017
Duración: 143 minutos
País: Francia
Dirección: Robin Campillo
Guion: Robin Campillo y Philippe Mangeot
Fotografía: Jeanne Lapoirie
Reparto: Nahuel Pérez Biscayart, Adèle Haenel, Yves Heck, Arnaud Valois,Emmanuel Ménard, Antoine Reinartz y François Rabette
Productora: Les Films de Pierre
Género: Drama
París, principios de los años 90. Un grupo de jóvenes activistas intenta generar conciencia sobre el SIDA. Un nuevo miembro del grupo, Nathan, se quedará sorprendido ante la radicalidad y energía de Sean, que gasta su último aliento en la lucha. (FilmAffinity)
Premiada con la Palma de Oro en Cannes y numerosos premios por todo el mundo, ‘120 pulsaciones por minuto’ era una de estas películas que estaba esperando con muchas ganas. La película narra la lucha que a principios de los 90 llevan desde el grupo Act Up para conseguir ayuda institucional para los enfermos de sida.
La película llega en un momento donde el sida ha dejado de ser una enfermedad que mata en occidente, aunque en un punto donde los contagios vuelven a subir. Se reivindica, por tanto, como una necesaria llamada de atención para que nuevas generaciones, que no vivieron el momento más duro del sida, vuelan a tomar conciencia sobre una enfermedad que ha costado la vida de decenas de millones de personas en todo el mundo. Un toque de atención, para el que Robin Campillo no ha querido poner filtros. Película directa y clara, sin dobleces.
Bien interpretada, ‘120 pulsaciones por minuto’ es la reivindicación de un prácticamente desconocido Nahuel Pérez Biscayart como actor a tener muy en cuenta. El argentino, que ha aprendido francés a una velocidad de vértigo, hace suyo el personaje de Sean. A pesar de ser una película coral, el suyo es el papel más agraciado, el que permite mayor lucimiento, y no desaprovecha ni un minuto en pantalla. Interesante también el trabajo de Adèle Haenel o Arnaud Valois.
El principal acierto de la cinta es en retratar con total veracidad lo que ocurría, cómo se vivía y cómo se sufría la enfermedad. No escatima en escenas explícitas, que si bien pueden echar atrás al sector más puritano de los espectadores, el espectador llegará a agradecer la honestidad con la que está filmada. No es una película porno, pero tampoco hay que ocultar lo que pasaba y cómo pasaba, para que nos entendamos.
Si hay algo que quitaría a la película son las repetidas escenas en discotecas. Entiendo que era parte del día a día, pero alargan innecesariamente la historia. Así mismo, se podría reducir en unos 20-30 minutos la duración total y habría quedado una película más compacta y llevadera. 143 minutos, aunque llenos de buen cine, se hacen pesados.
Cine reivindicativo, bien trabajado y comprometido. Cine europeo por su atrevimiento y su crudeza. No escatima en detalles y en veracidad, porque no hay nada que escatimar. Importantísimo grito de denuncia ante las atrocidades que se cometieron con millones de personas que fueron abandonadas a su suerte, olvidados por gobiernos y farmacéuticas. Esta lucha es la que ha permitido que hoy la situación sea muy diferente.
Lo mejor: Es claro y directo.
Lo peor: Le sobran 20-30 minutos que hubiesen aligerado el conjunto y condensado mejor el mensaje.