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Asier Manrique

El fotograma

‘La boda de Muriel’: ¿Comedia? Dramón de manual

La boda de MurielLA BODA DE MURIEL

Título original: Muriel’s Wedding

Año: 1994

Duración: 105 minutos

País: Australia

DirecciónP.J. Hogan

GuionP.J. Hogan

MúsicaPeter Best

FotografíaMartin McGrath

RepartoToni Collette, Bill Hunter, Rachel Griffiths, Jeanine Drynan, Gennie Nevison,Matt Day, Daniel Lapaine y Sophie Lee

ProductoraFilm Victoria / Ciby 2000 / Miramax

Género: Comedia / Drama

Muriel es una chica con sobrepeso que vive en un mundo de fantasía, canciones de ABBA y catálogos nupciales. Sueña con un príncipe azul que algún día la liberará de su odiosa familia y de sus burlonas amigas. Cansada de esperar su llegada, decide irse a la ciudad y buscarlo. Uno de los mayores éxitos del cine australiano de los noventa. (FilmAffinity)

Tenía ‘La boda de Muriel’ en mi lista de películas pendientes desde hacía mucho tiempo. Una conversación sobre Tomates verdes fritos con mi tío terminó con ‘La boda de Muriel’ y una recomendación para verla. Él me decía que la gente la recordaba muy feliz por la música de ABBA y toda la estética, pero que esconde un drama de narices. Tras verla no puedo darle más que la razón.

La historia es muy sencillita, una chica quiere casarse a toda costa. Su educación y su entorno le han convencido de que la única manera de realizarse como persona es casándose, agarrando a un hombre y siendo la mujer de. Criada en un entorno con un padre abusador, unos hermanos sin aspiraciones ni metas, una madre totalmente dominada y anulada por su violento marido, con unas arpías por amigas…

La boda de Muriel

La película, entre canción y canción de ABBA, nos va relatando la dura vida de Muriel, víctima de un continuo bullying, que encuentra en una amiga adicta al sexo y que se quedará postrada en una silla de ruedas por un tumor, el balón de escape de esa vida horrible que tiene que vivir. Pero ella, convencida de lo que tiene que conseguir, de esa sociedad patriarcal que le ha enseñado que no vale nada si no se casa con un hombre pronto, asume esos principios y se echa en brazos de lo que la sociedad espera de ella.

Muriel (Toni Collette), como el resto de personajes de la cinta, actúa de manera despiadada, cruel, deleznable y odiosa. Pasa por encima de todo el mundo para llegar a su meta, aun cuando su meta no deja de ser una ilusión, ya que se echa en brazos de un nadador sudafricano que quiere conseguir los papeles mediante un matrimonio pactado.

Sí, es una película con la que nos reímos. De hecho, hasta la redención de Muriel al final, no deja de ser una comedia con personajes que lo pasan mal, muy mal. Pero es cuando la propia Muriel abre los ojos con la muerte de su madre cuando se destapa el pastel para ella. Hasta entonces es el espectador quien tiene que juzgar todo lo que el almíbar escondía, pero desde este punto la película se alinea con el espectador más crítico para darle la razón.

El objetivo principal del director y guionista, P.J. Hogan, es la de tirar por tierra todas las concepciones de la sociedad para con las mujeres. Destroza las amistades interesadas y tóxicas. Retrata, en el peor sentido de la palabra, a los hombres con poder en la calle que necesitan pisotear como a hormigas a sus familiares para reivindicar su fuerza. Empodera a las mujeres que rompen esquemas y que se atreven a dar el paso de tirar por tierra con lo que otros esperan de ellas. Y todo esto lo hace con unos diálogos inspiradísimos donde la mítica “Eres mala, Muriel” ha quedado para la posteridad.

Lo mejor: Tiene la enorme capacidad de contar un dramón con una pátina de humor que sobrevive al tiempo.

Lo peor: Sigue siendo una película menor que mucha gente no conoce.

La boda de Muriel

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