MIDSOMMAR
Título original: Midsommar
Año: 2019
Duración: 145 minutos
País: Estados Unidos
Dirección: Ari Aster
Guion: Ari Aster
Música: Bobby Krlic
Fotografía: Pawel Pogorzelski
Reparto: Florence Pugh, Jack Reynor, Will Poulter, William Jackson Harper, Ellora Torchia,Archie Madekwe, Vilhelm Blomgren, Julia Ragnarsson, Anna Åström, Anki Larsson,Lars Väringer y Katarina Weidhagen van Hal
Productora: B-Reel Films / Parts and Labor / A24
Género: Thriller / Terror / Drama
Sinopsis: Una pareja estadounidense que no está pasando por su mejor momento acude con unos amigos al Midsommar, un festival de verano que se celebra cada 90 años en una aldea remota de Suecia. Lo que comienza como unas vacaciones de ensueño en un lugar en el que el sol no se pone nunca, poco a poco se convierte en una oscura pesadilla cuando los misteriosos aldeanos les invitan a participar en sus perturbadoras actividades festivas. (FilmAffinity)
Cuando uno ve ‘Midsommar’ es imposible no acordarse de ‘El hombre de mimbre‘, la excelente película que protagonizó Christopher Lee. Hay muchos paralelismos entre la cinta de Robin Hardy y la de Ari Aster, aunque estén separadas por casi 50 años una de otra. Eso sí ambas películas terminan dejando un extraño regusto final de incertidumbre ante lo que se ha visto, una sensación encontrada que se va tornando en satisfacción con el paso del tiempo.
Pero centrándome primero en ‘Midsommar’, la película del director ‘Hereditary’ explora las religiones paganas, la interferencia de extranjeros en otras culturas y la vida rural, con una brutal crítica hacia el turista estadounidense que se cree dueña de todo. La cinta, calificada como de terror, ahonda más en la intriga, dejando en el aire continuas preguntas, desconcertando al espectador y aturdiéndolo a ratos.
He expresado en otras ocasiones mi gusto por las películas de terror que no recurren a la oscuridad para dar miedo. Es un recurso excesivamente manido y el buen terror dará miedo igualmente estemos bajo el sol continuamente, como es el caso, o en la oscuridad. Ahora bien, la luz se vuelve aquí un personaje más. Para quienes hemos estado en Escandinavia en verano no nos extraña que el cielo esté azul y el sol brille prácticamente 24 horas al día, conocido este efecto como el sol de medianoche. En ningún momento sabemos si estamos “de día” o “de noche”. Esta pérdida de la noción del tiempo inquieta, atormenta y perturba a los personajes de tal manera que, como es normal, los descoloca.
Pero no solo la luz funciona aquí como elemento aterrador. El ritmo también lo hace. Ari Aster se toma con pausa cada momento de la película. Esto es un ritual religioso, de varios días, tiene su tempo. Las cosas no corren a toda prisa como en una ciudad. Así se explica cómo en la escena de la cantera, muy seguramente la que más comentarios generará, el ritual avanza muy lentamente hacia un final que todos los espectadores nos esperamos y que, por muy desagradable que resulte, no podemos dejar de mirar.
Y vamos con esas escenas, algunas las verán gratuitas, en las que Ari Aster se recrea. El terror se vuelve violencia descarnada en varios momentos de la cinta. La cantera y el final son los más destacables. Y aunque nos resulte desagradable no apartamos la mirada. Porque lo mejor de ‘Midsommar’ es que te atrapa y quieres seguir viendo más y más. Es como una droga de la que no puedes despegarte.
Pero volvamos a las similitudes con ‘El hombre de mimbre‘. Ambas películas son claras exponentes del llamado terror bajo el sol, el conocido como Sunny Scary. Pero también guardan parecido en un argumento que se basa en meter en un entorno extraño a una o varias personas. Ese entorno no compartirá las creencias religiosas de las personas introducidas.
El choque cultural ya funciona como un punto interesante del argumento, y ya si lo sumamos a una vuelta de tuerca a antiguas tradiciones paganas está el espectáculo servido. Una cinta que camina hacia arriba todo el rato, aunque en algunos momentos peque de previsible. ‘Midsommar’ es un buen ejemplo de terror del siglo XXI con las mejores influencias posibles, las de ‘El hombre de mimbre‘.
Lo mejor: Aunque peca de previsible a ratos es imposible apartar la mirada de ella.
Lo peor: Toda la parte inicial se la podrían ahorrar, no nos interesa demasiado conocer el drama del personaje de Florence Pugh para disfrutar de su personaje, el mejor de toda la película gracias a su brillante interpretación.