Tanto la sociedad, como los mercados actuales, demandan de las organizaciones, propuestas, iniciativas, bienes y servicios más innovadores, más personalizados, más eficientes, …, lo que obliga a las organizaciones a ser más inteligentes, a que se esfuercen en alinear y desarrollar sus capacidades, elevar su nivel de excelencia en el desempeño y clarificar, tanto su propuesta de valor, como su estrategia. Complejo reto, por lo tanto, el que tenemos que afrontar,…
Animo a huir de la búsqueda infantil de recetas mágicas, del desgraciadamente tan extendido pensamiento “herramental” que termina siempre demandando la “cojo-herramienta/metodología/técnica” que es la que nos ayudará a resolver el reto sin dedicarle ni 10 minutos de inteligente pensada, no vaya a ser que si profundizamos un poco nos cortocircuitemos,…
Buscar la herramienta (normalmente lo que se necesita para afrontar retos complejos es una combinación audaz y creativa de un conjunto de ellas, con su adecuada adaptación al contexto específico en el que pretendemos operar y, claro está, aderezándolo todo con talento, colaboración y decisión),… decía que, buscar una herramienta, así de primeras, sin hacerse algunas buenas preguntas, nos situará en el extremo de la campana de Gauss de “organizaciones tontorronas”,…
Sugiero, por tanto, asumir el riesgo del cortocircuito (quien no arriesga, no gana) que reflexionemos un poco, y nos hagamos preguntas básicas (tipo “barrio sésamo”) que nos coloquen en una mejor disposición para construir una propuesta interesante para nuestra organización.
Las siguientes preguntas son sólo un ejemplo, hay otras muchas igual de relevantes, pero podemos empezar a dialogar con ellas (pequeño guiño que lanzo, en el sentido de que es cosa de un equipo,…, necesitamos acumular materia gris, toda la que se pueda,…)
Para provocar una buena conversación en tu organización, se puede empezar con algunas de las siguientes (no siguen ningún orden de importancia, ni definen secuencia alguna):
Como fácilmente se deduce, lo que sugiero es que primero nos planteemos buenas preguntas, preguntas básicas,… Fomentando el diálogo con el equipo en torno a algunas de ellas y, claro está, comprometiéndonos con un plan de acción,… En ese momento, y sólo en ese momento, podremos empezar a explorar herramientas, técnicas y metodologías que, de manera combinada y adaptada, nos puedan ayudar a poner en ACCIÓN nuestra REFLEXIÓN.