En un mundo cada vez más interconectado, los problemas complejos son inevitables. Desde el cambio climático hasta la transformación digital de las industrias, estos desafíos requieren enfoques innovadores y multifacéticos para ser resueltos. La habilidad de abordar problemas complejos, conocida como Complex Problem Solving (CPS), se ha vuelto crucial en el siglo XXI. En este post, nos centraremos en dos pilares fundamentales del CPS: los elementos clave que definen un problema complejo y el rol del pensamiento crítico y creativo en la resolución de estos problemas.
Los problemas complejos no son simplemente versiones más complicadas de los problemas tradicionales. Se diferencian en varios aspectos cruciales que los hacen intrínsecamente difíciles de resolver. Aquí presentamos los elementos clave que los definen:
Uno de los rasgos más distintivos de un problema complejo es la incertidumbre. En estos problemas, es imposible predecir con exactitud cómo una solución afectará al sistema en su totalidad. Las relaciones entre las variables son dinámicas, y a menudo, los datos necesarios para tomar decisiones claras son escasos o poco fiables.
Ejemplo práctico: Pensemos en el lanzamiento de una nueva política económica en un país en desarrollo. Aunque se puede prever que las decisiones afectarán variables como la inflación o el crecimiento del PIB, las repercusiones en factores como la confianza empresarial, la estabilidad política y las inversiones extranjeras son inciertas. La interrelación de estas variables puede generar efectos no anticipados, complicando la evaluación de los resultados.
Los problemas complejos implican siempre una red de factores interconectados que afectan el comportamiento del sistema. Estos factores pueden ser sociales, económicos, políticos, tecnológicos, ambientales, entre otros, y todos interactúan de maneras que no se pueden predecir de manera lineal.
Analogía útil: Imagina una partida de ajedrez, pero en la que mover una pieza no solo cambia el tablero visible, sino también las reglas del juego. En un problema complejo, cada acción que tomes puede influir en múltiples partes del sistema, creando nuevos retos que antes no existían.
Otro rasgo distintivo de los problemas complejos es que afectan a una amplia variedad de actores o stakeholders. Cada uno de estos interesados puede tener sus propias prioridades, intereses y perspectivas, lo que añade otra capa de dificultad a la hora de encontrar soluciones que sean satisfactorias para todos.
Ejemplo práctico: En la lucha contra el cambio climático, los gobiernos, las empresas, las organizaciones no gubernamentales y el público en general tienen roles e intereses distintos. Las soluciones sostenibles requieren la alineación de estas partes, lo que convierte el proceso en un reto constante de negociación y adaptación.
A diferencia de los problemas simples, que suelen tener una causa clara y un efecto predecible, los problemas complejos presentan multicausalidad. Esto significa que las causas de estos problemas no son lineales; interactúan entre sí de maneras impredecibles, haciendo que el análisis y la resolución del problema sean mucho más complicados.
Ejemplo práctico: La pobreza en un país puede ser causada por una combinación de factores: falta de acceso a la educación, corrupción, desigualdad de género, colapso económico, entre otros. Abordar uno de estos factores no garantiza que el problema se resolverá, ya que están profundamente entrelazados.
Finalmente, los problemas complejos son dinámicos; cambian con el tiempo. No solo son difíciles de predecir, sino que además pueden evolucionar de manera que generen nuevos problemas o alteren los desafíos existentes.
Ejemplo práctico: En la era de la transformación digital, una empresa que adopta tecnología de inteligencia artificial (IA) puede descubrir que, aunque mejora su eficiencia, también enfrenta nuevos problemas, como la resistencia de los empleados al cambio o cuestiones éticas sobre el uso de datos. Estos desafíos emergentes requieren una constante revisión de las soluciones propuestas.
Para resolver problemas complejos no basta con seguir un método preestablecido o buscar soluciones tradicionales. El CPS requiere una combinación eficaz de pensamiento crítico y pensamiento creativo, dos formas de abordar los problemas que se complementan entre sí.
El pensamiento crítico es la capacidad de evaluar, analizar y estructurar un problema de manera objetiva y racional. Esta forma de pensar es indispensable en el CPS porque permite descomponer un problema complejo en partes más manejables, identificar sus causas y eliminar sesgos que podrían nublar el juicio.
Ejemplo práctico: Imagina un equipo de ingenieros enfrentando fallos recurrentes en un sistema de producción automatizada. El pensamiento crítico les permitiría analizar cada parte del sistema de manera lógica, identificar qué variables están fallando y cuáles son las posibles relaciones entre ellas antes de llegar a una solución.
El pensamiento creativo, por otro lado, es fundamental para generar soluciones disruptivas e innovadoras. Mientras que el pensamiento crítico descompone y estructura el problema, el pensamiento creativo busca ir más allá de lo evidente, abriendo la puerta a soluciones no convencionales y a nuevas perspectivas.
Ejemplo práctico: Una empresa que enfrenta una caída en las ventas podría, usando el pensamiento crítico, identificar que el problema está en su estrategia de marketing. El pensamiento creativo, sin embargo, sería el que genera ideas nuevas, como implementar tecnologías de realidad aumentada para mejorar la experiencia del cliente o desarrollar una campaña viral en redes sociales.
El verdadero poder del CPS reside en la integración de ambas formas de pensar. Mientras que el pensamiento crítico proporciona un enfoque sistemático y lógico, el pensamiento creativo introduce la flexibilidad necesaria para enfrentar lo inesperado. En conjunto, estos dos enfoques permiten abordar problemas complejos desde diferentes ángulos, creando soluciones innovadoras que no solo abordan las causas principales, sino que también consideran las posibles emergencias futuras.
Analogía útil: Resolver un problema complejo con solo pensamiento crítico sería como tratar de ensamblar un rompecabezas con piezas limitadas. El pensamiento creativo te proporciona piezas adicionales que te permiten armar el rompecabezas desde una perspectiva completamente nueva.
Los problemas complejos requieren una comprensión profunda de sus elementos clave, desde la incertidumbre hasta la multicausalidad, pasando por la interdependencia de múltiples interesados. El Complex Problem Solving (CPS) es la herramienta esencial para abordar estos desafíos, y su éxito depende de la integración eficaz del pensamiento crítico y creativo. Al descomponer el problema de manera lógica y estructurada, pero también permitiendo que florezcan soluciones innovadoras, se pueden encontrar respuestas sostenibles y dinámicas a los problemas más desafiantes del mundo moderno.