Muchos de nosotros pasamos trabajando gran parte de nuestra vida. En el trabajo hacemos amigos, aprendemos a conocernos, crecemos y nos desarrollamos como individuos, y nos sentimos innovadores, estimulados y enérgicos. Cuando lo hacemos en colaboración con otros, somos capaces de producir esa energía positiva que nos permite disfrutar y agregar valor en nuestras organizaciones.
Todas esas maravillosas experiencias humanas pueden tener lugar durante los momentos en los que estamos trabajando. A esos momentos les podemos llamar “puntos calientes”. Son situaciones y lugares durante las cuales y en los cuales, la colaboración crea mucha energía, innovación, eficiencia y entusiasmo. Pueden ser espacios de trabajo, equipos, departamentos, pasillos, cafeterías, “txokos”; cualquier lugar o momento en el cual o durante el cual haya personas trabajando juntas de manera excepcionalmente creativa y cooperadora.
El trabajo puede ser innovador y estimulante, pero también puede ser tedioso, predecible y político, que nos desgaste y deje exhaustos. En estos casos, somos individual y colectivamente incapaces de desarrollar todo nuestro potencial. En vez de la energía y el entusiasmo de los “puntos calientes”, sufrimos el desgaste y la fatiga de la “gran congelación”.
Entender cómo y por qué se crea energía y cómo y por qué se disipa, debería ser una de las principales preocupaciones de cualquier persona que esté al frente de una organización o sistema.
Todos sabemos cuándo nos encontramos en un “punto caliente”. Nos sentimos vivos y llenos de energía. Tenemos ilusión, fluidez y atrevimiento. Las ideas bullen en la mente. Son momentos en los que todo parece más claro, donde sabemos cómo aportar valor, son situaciones en las que sentimos una gran determinación para explorar, comprometernos y actuar.
Todos podemos recordar esos momentos y lugares donde trabajar con otros era estimulante, y nos dábamos cuenta de lo que se estaba logrando, de su sentido e importancia. Momentos en los que el tiempo parece pasar más rápido,…
Pero, ¿de qué factores dependen los “puntos calientes”?. ¿Cuál es la combinación “mágica”?. La respuesta la podemos encontrar en la siguiente fórmula:
PUNTOS CALIENTES = (Actitud cooperadora X Amplitud de miras X Reto ilusionante) X Talento
La actitud cooperadora, la amplitud de miras y el reto ilusionante tienen un efecto multiplicador recíproco. La falta de uno de esos elementos reduce, significativamente, la energía potencial de un “punto caliente”. La conversión de esa energía potencial en eficiencia y eficacia, dependerá del talento de las personas, de su conjunto de competencias.
Los puntos calientes son fenómenos emergentes, que surgen, y que no pueden controlarse o dirigirse, en el sentido más tradicional del término.
Los directivos de las organizaciones influyen en la aparición de estos puntos, al dar forma a contextos por medio del diseño de estructuras, prácticas, procesos; del diseño de tareas; de sus propias destrezas y comportamientos; y del desarrollo de capacidades individuales. No obstante, los frutos de la interacción, de la combinación de los cuatro elementos, son imposibles de predecir. Una vez más, lo importante es garantizar el encuentro de los elementos, generar el contexto y estar en disposición de apoyar, inteligentemente, las dinámicas que de ahí surjan. Tenemos la seguridad de que esas dinámicas siempre van a suponer un crecimiento organizativo, no sabremos, a priori, muy bien su alcance pero, con toda seguridad, nos hablará de futuro y de posibilidades para la generación de valor.