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Mitxel Ezquiaga

¡Ke paren la rotativa!

Donostia es hoy peor: cierra otra librería. ¿Y si hacemos el mapa de las librerías que nos hicieron felices?

 

 

El mantra se repite en los despachos y en los bares: la crisis ha llegado a Gipuzkoa más tarde, pero ha llegado con la misma fuerza. Cierran empresas y negocios, más gente se queda sin trabajo.

Hay cierres de comercios especialmente simbólicos. Cuando una librería echa la persiana, la ciudad es automáticamente peor. Acaba de cerrar Metrópolis, librería del barrio de Gros que era más que una librería: nació hace quince años especializada en el mundo del cine y con vocación de ser un foco de actividad cultural más allá de la venta de libros.

La persiana ya está bajada, pero su gente seguía estros días ahí dentro, recogiendo los restos de lo que fue una librería viva. El jueves entré a saludarles. «Se ha juntado la crisis en general, las crisis de las librerías en particular y la irrupción del libro electrónico, que ha generado una piratería que empieza a parecerse a la que reina en la música», me contaban sus responsables.

Han aguantado mientras han podido. Y ya cierran. Apenas quedan librerías en San Sebastián con el viejo concepto de lo que entendemos por librería: algo más que un dispensario de libros. Aguantan Hontza, Lagun, Donosti, el grupo Elkar... y seguro que me dejo alguna: perdón. Aguanta también el poderío de la Fnac, donde las cafeteras y gadgets electrónicos van ganando terreno a libros y discos.

Todas las ciudades parecen ya la misma ciudad, con iguales franquicias y bazares chinos en cada esquina. Mientras algunos se devanan los sesos con el ‘hecho diferencial’, la uniformidad se apodera de las calles.

Cuando una librería se cierra perdemos todos. En Barcelona o Madrid han arrojado la toalla locales emblemáticos y sus intelectuales al menos han echado una lágrima en público. Aquí, ni eso.

Hace unas semanas escribimos la guía de las barras desaparecidas, y una catarata de gente aportó los nombres de los locales donde fuimos felices comiendo y bebiendo.

¿Y si hacemos lo mismo con las librerías desaparecidas? Recuerdo La Internacional, el viejo Ramos o la antigua Lagun de la Consti, tan entrañable,  como un oasis cultural en medio del poteo hasta que el acoso de unos energúmenos (jo, parece que han pasado siglos y apenas han sido años) obligó al traslado.

Recuerda la librería que te hizo feliz. Veremos si el tirón del libro iguala al de la cerveza o el gin-tonic…

mezquiaga@diariovasco.com

 

La vida, nada más

Sobre el autor

Curioso. Periodista de El Diario Vasco. Presento 'Keridos Monstruos' en Teledonosti. Ñoñostiarra, ma non troppo: hay vida más allá de la barandilla. O así


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