Conmoción ciudadana en el pequeño balneario donostiarra: cierran las panaderías Rich. Y parece que algo de todos nosotros se cierra.
La noticia, aparte de ser hoy lo más visto en esta web, ha generado una ola sentimental. Como si las ‘bombas’ pasteleras de esta firma y sus ‘inglesitos’ fueran las magdalenas de Proust de toda una generación de guipuzcoanos. Yo mismo recuerda el bollo con chocolatina que mi madre me compraba cada tarde en un Rich del centro al salir del cole. Ya ves.
Dicen que Rich cierra por problemas económicos, tras casi un siglo de existencia. Hay críticos que lamentan que esas panaderías no se hayan actualizado con los tiempos, y aseguran que su cuota de mercado se ha reducido por el nuevo y poderoso marketing de otras cadenas más recientes. Y la verdad es que muchos de quienes hoy lloran por la desaparición de Rich llevan años sin entrar en alguno de sus locales.
En el mundo del pan se está generando un fenómeno con mucha miga, y ya siento el chiste malo. Mientras en nuestros barrios cierran comercios de todo tipo (¡y hasta sucursales de bancos!) las panaderías-degustación florecen en cada esquina, con marcas como Ogi-Berri y La Tahona a la cabeza.
¿Cuál es el secreto para que en un mundo en recesión las panaderías (y los bazares chinos) parezcan hoy el único sector al alza? La calle Matía del barrio del Antiguo, por ejemplo, es hoy un eslalon de panaderías y almacenes chinos. Apenas quedan los bares de siempre para que las cuadrillas mantengan la ‘red social’ del poteo.
Pregunto a los expertos y cada uno tiene una teoría, en muchos casos contrapuesta con el anterior. ¿Quizás tú si tienes las claves?
Viendo las reacciones de la gente, queda claro que cuando un Rich se cierra, algo nuestro se cierra.
Es la bomba. Pero esta vez, nada dulce.