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Belén Casado Mendiluce

La psicóloga en casa

La culpa

 




   Más que la palabra culpa me gusta la de responsabilidad. Asumo la responsabilidad de mis actos y las consecuencias que de ellos se derivan.


 
   La culpa tiene una connotación bloqueante; la “mea culpa” tan imbuída de contenido religioso no sirve para tomar conciencia de mí mismo sino para socavar nuestra autoestima, con pocas expectativas de que vayamos a cambiar. Pero vayamos a lo práctico.


 
   Cuántas mujeres han tolerado años de maltrato físico y psicológico porque asumían una culpa que no les correspondía, como si los malos tratos sufridos permanentemente se debieran a alguna falta de atención, de comprensión o de empatía hacia su pareja: “quizás no le atiendo lo suficiente, está pasando por una mala racha en el trabajo y no me pongo suficientemente en su lugar”.




   Porque la culpa constantemente presente y la baja autoestima se dan la mano. La que siempre cree que ella podría hacer algo para que la relación de pareja fuera mejor o que, si se esmera, puede hacer que la traten con más consideración y afecto, está funcionando desde la culpa insana.


 
   Esa culpa que le hace a la persona querer que los demás estén siempre a gusto con una, preocupándose más por cómo estarán los otros que por cómo estoy yo (“¿estás a gusto conmigo?, ¿puedo hacer algo más por ti?)


 
   Que parece enrevesado lo que digo, pero detrás de tanta “preocupación altruista” por el prójimo se agazapa una culpa, una baja autoestima que nos hace creer que no somos dignos de ser queridos- no en vano, una de las frases conocidas de la liturgia católica reza: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa”-.


 
   Que defectos tenemos todos y unos toman más conciencia de ellos que otros, desgraciadamente. Pero nadie cambia sintiéndose permanentemente culpable de todo; sigues empequeñecido y sin energía para hacer frente a nada. Como si tu sino en la vida fuera ir pidiendo disculpas y perdones…


 
   Si quieres mejorar como persona, empieza valorando lo positivo y bueno que hay en ti; las casas se construyen cuando hay buenos cimientos y una buena autoestima es imprescindible para poder crecer. Nadie crece como persona desde el remarcar los defectos, los fallos y las debilidades.


 
   Y no me confundan esto que digo con ir de víctima, pobrecita ella que siempre se está quejando y poniéndose ella misma en el altar del sacrificio, pensarán. La que se culpabiliza sufre enormemente por su actitud.


 
   El que va de víctima no suele sentirse culpable de nada sino, al revés, va culpabilizando a los demás de sus propios desatinos e imprudencias. No toma conciencia de sí mismo ni de sus actos y siempre encuentra una justificación de ellos…en los demás(“tú me provocas, me sacas mi mal genio”).


 
   Me solidarizo con la causa de tantas mujeres que se sienten culpables…de ser simplemente como son.

   Caminaremos…Belén Casado Mendiluce


Sobre el autor

Soy Licenciada en Psicología y desarrollo mi trabajo en una consulta privada. Mi vocación desde joven ha sido la psicología, y a través de ella he buscado comprender a los demás y a mí misma. Desde ese trabajo interior, intento que lo que transmito sea un reflejo de aquello en lo que creo y que me sirve a mi. Me siento siempre en búsqueda, abierta a aprender de todo aquello que me haga crecer como persona. Y creo que lo que se vive como vocación no es sólo patrimonio mío sino que puede servir a los demás.


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