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Belén Casado Mendiluce

La psicóloga en casa

Deja de luchar contra ti mismo

 

   Tú no eres tu enemigo sino tu compañero de viaje, ¡acompáñate!
   Vamos a acompañarnos en el camino sin ponernos piedras a nosotros mismos, sin sabotear nuestro derecho a disfrutar de la vida con consciencia.
 


   ¡Cuántas veces luchamos por ser diferentes de como somos, cuántas veces nos hacemos buenos propósitos porque lo único que queremos es ser mejores personas o sentirnos mejor con nosotros mismos!


 
   Tus pretensiones de cambio por muy loables que sean son eso, pre-tensiones: tensiones, objetivos que te marcas que tensan tu cuerpo impidiéndote estar relajado para afrontar la realidad.


 
   ¿No hay que desear nada? ¿No hay que aspirar a mejorar o a aprender en la vida? Sin metas ¿hacia dónde vamos?


 
   Olvídate de tu “ideal de perfección”, pero no te olvides de tu consciencia. Sé consciente de tus debilidades e imperfecciones pero déjate estar tranquilo sin machacarte y sin exigirte cambiar. El cambio ya se dará cuando se tenga que dar no cuando tú insistas en conseguirlo.


 
   Sabes que te sale un pronto que te lleva los demonios o que tiendes a agradar a los demás pasando por encima de ti. Ya eres consciente de lo que te altera porque no lo tomas por normal ni le quitas importancia como quien mira para otro lado. Pides disculpas si hace falta y tu ánimo se resiente cuando vuelves a perder los estribos.


 
   Permítete equivocarte; es decir, ya sabes que equivocarte es de humanos pero date permiso para caer en la misma piedra; no vales menos por ello.


 
   Ten paciencia y comprensión contigo mismo. Esa comprensión que nace de una actitud cariñosa hacia ti mismo, no del que se justifica con condescendencia sino del que se comprende tendiéndose la mano.


 
“Sí, ya sé que he vuelto a meter la pata y me duele por ello. No me siento orgulloso de mi actitud y se lo hago saber al otro. Estoy dolorido conmigo mismo por no poder cambiar de inmediato pero soy consciente de que el cambio no se produce de la noche a la mañana. Intento acompañarme en estos momentos difíciles y lo hago no echando más leña al fuego contra mí.
Procuro seguir con mi día a día sin reprocharme constantemente mis fallos; sé que, por lo menos, valoro el darme cuenta de lo que me pasa y de cómo afecta a los demás. Esa actitud de consciencia me tranquiliza y también me doy tiempo sin presionarme para no volver a fallar. Quiero recordarme que valgo como persona, que tengo algo que aportar a los demás y que mi vida no consiste en ser perfecto sino en ser consciente de mí.
Me gustaría olvidarme casi de tener que cambiar”.


 
   Sabed que los cambios se producen cuando uno no está pendiente de ellos. Sabed también que vuestro sufrimiento os hace más cercanos y comprensivos con las dificultades ajenas; aprendéis a juzgar menos a los demás.


 
Caminaremos…Belén Casado Mendiluce


Sobre el autor

Soy Licenciada en Psicología y desarrollo mi trabajo en una consulta privada. Mi vocación desde joven ha sido la psicología, y a través de ella he buscado comprender a los demás y a mí misma. Desde ese trabajo interior, intento que lo que transmito sea un reflejo de aquello en lo que creo y que me sirve a mi. Me siento siempre en búsqueda, abierta a aprender de todo aquello que me haga crecer como persona. Y creo que lo que se vive como vocación no es sólo patrimonio mío sino que puede servir a los demás.


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