Año nuevo, menos propósitos
¿Por qué tenemos que sentirnos obligados a marcarnos algún objetivo para el próximo año? Que si ser menos exigente, que si tener menos “prontos”, que si aprender a decir “no”…
Esto parece una carrera con uno mismo, donde nos tenemos que demostrar que somos capaces de conseguir aquello que nos proponemos, aunque en el camino acabemos olvidando, como papel mojado, nuestros propósitos de enmienda.
¿Qué pasa, entonces, que da igual como seamos? ¿Que ya que vamos a aceptarnos como somos, no tenemos nada que cambiar? Significa que si reconozco cómo soy (temperamental o que se me va la mano queriendo contentar a los demás), si me doy cuenta de mi forma de ser – no de cabeza, sino sintiendo con todo el cuerpo- ya tengo un gran trecho del camino recorrido.
Vale, me diréis, ya sé cómo soy y eso no cambia nada, cuando hay aspectos de mí que me molestan y quiero cambiar y, además, si todo el mundo está satisfecho con cómo es, ¿cómo vamos a mejorar?
Pues si no tienes ninguna meta a la que llegar, es que lo único que importa es TU PRESENTE. Tu aquí y ahora que estés viviendo en este momento es lo que necesita tu atención y tu tranquilidad. De qué sirve pensar en cómo ser una persona más asertiva si no sabes cómo afrontar ese encuentro de mañana con esa persona que te incomoda. Obsérvate en el día a día sin más propósito que dar respuesta a lo que se te presente en cada momento.
Esa actitud de observarte en el presente te dará el mínimo de tranquilidad necesario para ser consciente de lo que te ocurre. ¿Que te miras andando de una lado para otro sin parar, buscando cosas que hacer y estás ansiosa? Pues siéntate un rato a solas y párate a sentir qué necesitas en este momento porque es obvio que las prisas te incomodan y te estresan. Mira lo obvio, lo que tienes delante de ti y da respuestas a eso.
Y si no sabes que hacer o cómo actuar, pues simplemente deja de hacer lo que te produce malestar, sal de esa situación o párate. Tu cuerpo te lo agradecerá…te lo aseguro.
Caminaremos…Belén Casado Mendiluze