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Belén Casado Mendiluce

La psicóloga en casa

A vueltas con los padres

A raíz de las declaraciones de la tenista Arantxa Sánchez Vicario, en las que culpa a sus padres de su ruina económica y su falta de apoyo emocional, he sentido ganas de tocar el tema de las relaciones padres-hijos.

Considero que la mayoría de los padres hacen las cosas lo mejor que saben y pueden. No se trata, pues, de culpabilizarlos como los causantes de todos nuestros males de adultos, pero tampoco de lo contrario, quitándoles toda responsabilidad con la frase de: “honrarás a tus padre y a tu madre”.

Cuando descubrí a la Psiquiatra Alice Miller (recomiendo la lectura de: “El drama del niño dotado”), se me corroboró lo que ya pensaba desde hacía tiempo: que la sociedad idealiza a los progenitores convirtiéndoles en seres intocables; vamos, que uno es un mal hijo si los critica.

Los hijos tienen derecho a poner los “puntos sobre las íes”, hablando claramente de lo que han sentido y sufrido en la educación. No se trata de reprocharles directamente nada, cuando, probablemente por edad o enfermedad, los padres ya no van a cambiar. Pero uno no puede engañarse a sí mismo, vendiéndose “la moto” de una familia feliz y unida.

En el camino de conocerse a uno mismo, también necesitamos darnos cuenta de las carencias afectivas que hemos padecido en la infancia. Cuando deseábamos, por ej., que nuestra madre escuchara nuestra preocupación, la tuviera en cuenta y no le quitara importancia como si no pasara nada.

Quitar importancia a los sentimientos (“no pasa nada, es una tontería”) y no hablar de ellos (“ya ha pasado, no pienses en ello”), son dos de las maneras de no hacer caso a lo que sentimos, y ya sabemos que no por ello el malestar desaparece. De ahí a no tenerse en cuenta, va un paso muy rápido.

Solemos tener miedo a hablar de nuestra niñez y adolescencia, como si temiéramos abrir la “caja de pandora” y sacáramos todos nuestros fantasmas a pasear. Pero nuestra historia nos pertenece y sólo nosotros sabemos lo que hemos vivido, aunque otros hermanos hayan estado bajo el mismo techo y no hayan sentido lo mismo.

Y nada de esto es vivir desde lo negativo, como si no miráramos hacia adelante y nos ancláramos en el pasado. No hablo de tener rencor ni resentimientos sino, precisamente de liberarse de ellos reconociendo la propia verdad. Y la verdad de los sentimientos sentidos no es una verdad relativa, es la que me pertenece y la que he vivido. Y eso siempre será incuestionable.

Caminamos…Belén Casado Mendiluze

belencasado@terra.es

 

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Sobre el autor

Soy Licenciada en Psicología y desarrollo mi trabajo en una consulta privada. Mi vocación desde joven ha sido la psicología, y a través de ella he buscado comprender a los demás y a mí misma. Desde ese trabajo interior, intento que lo que transmito sea un reflejo de aquello en lo que creo y que me sirve a mi. Me siento siempre en búsqueda, abierta a aprender de todo aquello que me haga crecer como persona. Y creo que lo que se vive como vocación no es sólo patrimonio mío sino que puede servir a los demás.


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