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Belén Casado Mendiluce

La psicóloga en casa

El pensamiento positivo no es un “comecocos”

Como no se puede evitar que la cabeza piense casi constantemente, vamos a ver cómo utilizar los pensamientos positivos a nuestro servicio.

Cuando uno se encuentra agobiado con sus propios pensamientos, la “loca de la casa”, como le llamo yo, resulta difícil parar la vorágine mental pues parece que funciona por sí sola, independientemente de uno, como una máquina que tuviera pilas alcalinas de duración indefinida.

Imaginemos una situación en la que no paramos de darle vueltas a la idea de que vaya a fracasar en un proyecto en marcha, un trabajo o unos estudios nuevos, y se introducen en mi cabeza, cual reptiles en formación militar, todo tipo de imágenes y pensamientos negativos.

Podemos apuntar en un papel unas sencillas frases en las que crea aunque en mi vida diaria no siempre se hayan hecho realidad. Lo que importa es que esté convencida de la verdad de esas frases, vamos que crea en ellas sinceramente. No importa tanto la perfección como la sinceridad.

Puede ser: “Soy una persona capaz de enfrentarme a situaciones nuevas”, “Soy alguien responsable con lo que hago”, “Estoy haciendo lo que está en mi mano para salir adelante”. Cada uno que elija sus frases adecuadas a lo que necesite en ese momento y con sus propias palabras.

Tienen que estar escritas en positivo, afirmando algo, sin empezar con un “no”. Las coloco en un sitio visible para mí, no para los demás, y las leo, incluso en voz alta, todos los días y las veces que me haga falta. ¿Qué sentido tiene esto?

No se trata de “bombardear” a mi mente con pensamientos positivos que neutralicen el efecto de los negativos. Esto no es una guerra y uno no debe tener la sensación de estar luchando contra uno mismo, como si se librara una batalla en mi interior. Consiste en apoyarse en lo que creo, que es mucho más real que la negatividad de los pensamientos negativos, basados en el miedo.

Se trata de llevar mi atención a unas frases dichas desde la “necesidad sentida” -necesito sentir esas palabras- y desde la sinceridad. No me quiero “comer el tarro”, como una especie de control mental, pretendiéndome convencer de aquello que, en el fondo, no creo. La mente se rebela contra lo que se dice sin creérnoslo nosotros mismos.

Frente a la dispersión de los pensamientos ofrecemos a nuestra mente unas frases concretas y fáciles de entender que ayudan a frenar la vorágine mental. Y si a eso le añadimos el poder estar en el presente en alguna actividad a la que llevar nuestra atención ahí, mucho mejor.

Caminamos…Belén Casado Mendiluze

belencasado@terra.es

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Sobre el autor

Soy Licenciada en Psicología y desarrollo mi trabajo en una consulta privada. Mi vocación desde joven ha sido la psicología, y a través de ella he buscado comprender a los demás y a mí misma. Desde ese trabajo interior, intento que lo que transmito sea un reflejo de aquello en lo que creo y que me sirve a mi. Me siento siempre en búsqueda, abierta a aprender de todo aquello que me haga crecer como persona. Y creo que lo que se vive como vocación no es sólo patrimonio mío sino que puede servir a los demás.


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