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Belén Casado Mendiluce

La psicóloga en casa

Deja de personalizar

Está bien tener una autocrítica y tener la humildad de reconocer los errores, pero no todo lo que nos reprochan tiene que ver con uno.

Hay personas a las que les cuesta mirarse al interior para ver qué de cierto hay en lo que el otro se queja de mí. Se ponen a la defensiva, como “gato panza arriba”, contratacan sacando trapos sucios o defectos del otro. Es un “toma y daca”, que se convierte en un diálogo tenso y agresivo que no llega a nada.

Pero hay otras personas que lo personalizan todo, que se creen todo lo que dicen de ellos y que incluso se sienten con todos los defectos que los demás critican, aunque no se esté hablando de uno expresamente. Es como el que cree que tiene todos los síntomas de las enfermedades que oye hablar.

En este último caso, aparece en el escenario la culpa, tantas veces presente en nuestras dificultades personales. Nos sentimos culpables de casi cualquier cosa que nos recriminen u oigamos criticar en general, como si estuvieran hablando de nosotros o nos estuvieran señalando con el dedo. Nos sentimos como si nos hubieran “cogido en falta”, tuviéramos que pedir disculpas por ser como somos y entonces nos damos cuenta de que nuestra autoestima no es tan fuerte como creíamos.

Cuando no tengas claro si lo que te recriminan o lo que se critica generalmente tenga que ver contigo, no te precipites ni actúes desde la impulsividad. No digas nada que tenga que ver contigo sino que estate en silencio para dejarte sentir y dejar que las cosas se reposen, ocupen su sitio y así poderlas ver con claridad; para eso hace falta tiempo y paciencia con uno mismo.

Cuando personalizamos lo que oímos, solemos caer en la tentación de querer agradar a los demás, ser como los demás, de querer ser aceptados por los otros. Y digo tentación porque aunque parece natural la necesidad de sentirse querido e integrado socialmente, no es menos cierto que solemos pagar con el precio de la anulación personal la uniformidad social. La sociedad no suele tolerar bien a los diferentes y, muchas veces, dejamos de ser nosotros mismos para que nos acepten…si es que lo hacen.

No todo lo que dicen lo demás hay que personalizarlo. Pueden hablar desde sus inseguridades, desde sus “puntos ciegos” que no ven e, incluso, pueden hablar por hablar. No todo tiene que ver contigo sino con la forma de ser del otro, porque mucho de lo que se dice es una proyección hacia fuera de como uno es. El que mucho acusa a los demás, poco se mira en el espejo.

Caminamos…Belén Casado Mendiluze

belencasado@terra.es

 

 

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Sobre el autor

Soy Licenciada en Psicología y desarrollo mi trabajo en una consulta privada. Mi vocación desde joven ha sido la psicología, y a través de ella he buscado comprender a los demás y a mí misma. Desde ese trabajo interior, intento que lo que transmito sea un reflejo de aquello en lo que creo y que me sirve a mi. Me siento siempre en búsqueda, abierta a aprender de todo aquello que me haga crecer como persona. Y creo que lo que se vive como vocación no es sólo patrimonio mío sino que puede servir a los demás.


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