Buenos días Belén,
“Comentarte que hace tres semanas acabamos la relación mi pareja y yo.
En un comentario dices que este tipo de relaciones caen por su propio peso (cuando uno se implica y el otro pasa), y tenías toda la razón. Dejé de insistirle como me comentaste que hiciera, para ver como reaccionaba. Me veía desanimada, porque a mí se me nota todo en la cara, pero me mantuve fuerte para no decirle nada.
Hace un mes me dijo de ir a ver banquetes, y yo le dije que si no quería casarse, que no lo tenía que hacer por mí. El me dijo que tenía ganas (puso fecha y todo), que como no le había insistido, que quería dar el paso. Yo sabía que lo hacía forzado pero dejaba que todo fluyera para ver cómo acababa todo. Desde luego tenía que ver que realmente quería dar ese paso, pues los otros pasos los hemos dado por mí; y me arrepentiría toda la vida de haberme casado sin que él quisiera.
Por otro lado, veía que de seis meses para aquí estaba muy raro y me tenía cada vez más rabia…. me contestaba mal a la mínima (creo que se estaba dando cuenta de que íbamos por diferentes caminos). Creo que el ver todo esto me ayudo para no hablarle del tema de la boda. Esta relación se estaba desmoronando y no hacía nada por arreglarlo.
Yo me había encerrado en querer formar una familia, en tener a alguien a mi lado cuando lo he necesitado, en ayudarlo en todo lo que he podido. Por lo demás, me he quitado un gran peso de encima, creo que voy a empezar a vivir ahora que no estoy con él.
Bueno Belén, mejor que haya sido así sin hijos de por medio, el piso al final es solo dinero.”
Aunque las rupturas siempre son dolorosas, me alegro de que hayas podido ver con claridad que lo que se fuerza nunca acaba compensando. Se discute más, se vive con más tensión y uno se va desgastando por el camino pretendiendo cambiar al otro, tarea, por otro lado, más que difícil.
Cuando aparentemente no se hace nada, cuando se va dejando que las cosas fluyan como surjan, es como todo cae por su propio peso. Tenemos todo ahí delante de nuestros ojos y no hay que hacer nada más que darse cuenta de lo que hay, de lo obvio, aunque no por ello nos deje de doler.
Tú te has parado y has observado cómo el otro reaccionaba. “Moviendo tú ficha” la otra persona también se ha cambiado de lugar. Sin pretender que el otro cambiara, sólo cambiando tu actitud de no forzar nada, has conseguido que el otro se definiera más claramente, ayudándote a ti a tomar tu decisión de dejar la relación.
Te felicito sinceramente por tu valentía para afrontar esta nueva etapa en tu vida.
*Este consultorio ha sido realizado previa autorización expresa del paciente, modificados algunos datos para preservar su anonimato.
Caminamos…Belén Casado Mendiluze