Hay quien piensa que “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer” y quien se resigna a la pareja que tiene porque, por lo menos, “ya le he cogido el tranquillo”, pero es posible mantener una relación de pareja en la que descansemos no en la que nos esforcemos por estar bien.
A veces, nos vamos separando de la pareja sin darnos cuenta: ya no salimos a la calle de la mano ni cuidamos el contacto físico como antes, los temas de conversación giran más en torno a los hijos que a nosotros mismos, creemos que ya nos tenemos todo dicho propiciando una ausencia de comunicación…
Y para cuando nos damos cuenta estamos haciendo vidas separadas a las que sólo nos une…la casa en común. Nos dejamos llevar por la inercia de seguir haciendo las cosas de la misma “mala” manera e, inconscientemente, el miedo al cambio se esconde en nuestra mente, que nos hace creer que no es tan malo lo que tenemos en casa, total –nos decimos- nos parece que hay que hacer mucho esfuerzo para conocer a alguien que nos merezca la pena, y nosotros ya no estamos para gastar energías inútilmente.
Pero la relación de pareja tiene que ser todo menos esfuerzo. No significa que no haya que trabajarse cada día la relación, no descuidando la calidez y preocupación por el otro, pero hacer un esfuerzo por querer al otro, no. Las relaciones hay que mimarlas pero cuando es más la sensación de peso –lo que me molesta, lo que me duele del otro que tengo que esforzarme por comprender-, entonces esa relación no es sana.
El esfuerzo hay que dejarlo para sacar un trabajo adelante o para planificar una tarea, pero en cuestión de sentimientos uno no puede esforzarse en querer a nadie ni en comprenderle ni en ayudarle. Las relaciones de pareja medianamente saludables son aquellas en las que esa comprensión y esa ayuda se van aprendiendo y manifestando de manera natural, sin forzarnos.
¿Te tienes que esforzar porque no te duela lo que ha hecho tu pareja haciendo un esfuerzo por comprenderle y ponerte en su piel? ¿Te esfuerzas en escucharle y atender a lo que le pasa cuando, a todas luces, no te sientes tenida en cuenta por él? ¿Te parece que la relación de pareja es un camino sembrado de espinas? Tu esfuerzo por querer está condenado al fracaso.
No te olvides que se vive con alguien para descansar y aportar serenidad a la propia vida, no para batallar dentro de casa. Se convive con alguien para compartir la vida, apoyándonos mutuamente, no para convertirla en un esfuerzo por hacer entender al otro cómo somos y lo que necesitamos.
Caminamos…Belén Casado Mendiluze