El conferenciante tenía un enorme éxito con sus charlas sobre la felicidad. La sala se llenaba de gente y siempre había quien se quedaba fuera al no poder entrar por falta de aforo. Todos esperaban con sincero interés algunos consejos suyos que les ayudaran a ser más felices en sus vidas.
Pero esta vez, comenzó la conferencia de manera diferente. El hombre se quedó en silencio y pidió dos voluntarios para subir al estrado. “Lo que tengo que decir quiero que lo experimentéis por vosotros mismos” -dijo. Tímidamente, entre el público, se levantaron dos personas que se acercaron hasta donde él estaba.
En primer lugar, había una mujer a la que el conferenciante se dirigió: “¿Qué es lo que más necesitas ahora para sentirte feliz?, le preguntó. “Volver a tener un trabajo estable que me permita vivir” le respondió la mujer. “Entonces, supongo que cuando tuviste trabajo te sentirías feliz ¿no es así?” le volvió a preguntar el conferenciante. La mujer se quedó pensativa intentando recordar aquella época y le contestó: “No, entonces estaba agobiada por el estrés laboral.”
En segundo lugar, estaba un hombre al que el conferenciante hizo la misma pregunta: ”¿Qué es lo que necesitas para ser feliz?”. ”Conseguir ser más tranquilo y no agobiarme tanto por los problemas” le respondió el hombre. “Entonces, supongo que cuando alcanzaste alguna meta personal te sentirías feliz ¿no es así?” El hombre se quedó pensativo y respondió: “No, porque en seguida pensaba en alguna cualidad de la que carezco y que quería conseguir”.
Al fondo de la sala había una niña que jugueteaba sentada cerca de sus padres. El conferenciante, al verla, se dirigió hacia ella y le llamó: “Esa niña tan guapa que está al fondo, ¿te importaría venir aquí y enseñarnos a lo que juegas?” La niña se acercó resuelta al estrado y enseñó a todos en qué consistía su juego: dos marionetas que se movían al son del movimiento de las manos dentro de ellas.
“Dime, querida niña ¿cuándo te sientes más contenta?” -le preguntó el conferenciante. La niña se quedó sorprendida, se encogió de hombros y le respondió: “no lo sé; cuando juego, juego y cuando duermo, duermo ” Todos se rieron de la ocurrencia de la niña.
El conferenciante dirigiéndose al público comentó: “La felicidad no está, como habéis visto, en desear lo que no se tiene ni en querer ser como no se es, porque buscáis fuera de vosotros lo que os haga sentiros felices cuando es dentro de vosotros donde tenéis que buscar. Cuando seáis como esta niña que está a lo que está sin desear nada más, entonces estaréis más cerca de la felicidad.” Y dicho esto, dio por concluida su conferencia y se marchó.
Autora: Belén Casado Mendiluce
Caminamos…Belén Casado Mendiluce