–Paciente (P): Buenos días, Belén. Vengo a verte porque tengo un problema que no sé cómo solucionar. Verás, llevo separada unos años y vivo con mi hijo adolescente en casa. Sé que mi hijo ha sufrido mucho la mala relación que había en casa cuando yo estaba casada y desde que me separé él se siente mucho mejor. El caso es que yo a mi hijo le quiero mucho y creo que él a mí también pero, a veces, me trata de una manera dominante y con rabia, que me recuerda mucho a su padre. Intento no darle importancia y ser comprensiva con él, pero no desaparecen sus actitudes de “aquí estoy yo” que tanto daño me hacen. He hablado varias veces con él pero, entre que no le da importancia y que me dice que no lo puede evitar, seguimos así sin que nada cambie.
-Terapeuta (T): Está claro que tu actitud de quitarle importancia y ser comprensiva con él no te está ayudando a mejorar el problema. Probablemente, tu hijo tiene un dolor almacenado por sus experiencias pasadas en la convivencia familiar del que no es muy consciente.
-P: ¿Cómo puedo ayudarle? Sé que en el pasado yo tampoco hice las cosas todo lo bien que debiera y se lo he dicho a él, pero a pesar de haber hablado con sinceridad yo no acabo de verle tranquilo consigo mismo.
-T: El tendrá que hacer su propio camino para estar bien consigo mismo, pero si ahora no siente la necesidad es inútil forzar nada. Más bien, vamos a centrarnos en ti como madre, porque parece que te andas “con pies de plomo” con él, como si no quisieras darle más sufrimiento del que ya tuvo.
-P: (Se queda en silencio un rato…) Siento que me has dado “en la diana”. Es verdad que tengo cierto miedo a enfrentarme a él porque quiero darle a mi hijo toda la tranquilidad y el cariño que mientras estuve casada no pude darle, ya que vivía en un infierno de malestar y tensión.
-T: De manera que actúas con tu hijo desde cierto sentimiento de culpa, ¿te das cuenta? Percibo en ti que valoras el tener una buena comunicación con tu hijo, pero esas actitudes dominantes que tiene no se solucionan con diálogos ni desde la culpa que sientes, sino actuando.
-P: ¿Y qué puedo hacer cuando se pone así?
-T: Simplemente, reacciona en el momento diciéndole que no te gusta cómo te habla. Incluso te diría que sacaras rabia con él, sin faltarle al respeto, pero dejándote fluir, sin estar con miedo a que él se pueda molestar. Será la manera en la que tu hijo se dará cuenta de que tiene comportamientos que a su madre le hacen daño. El que reacciones, a él le va a hacer bien porque será más consciente de sí mismo que si se lo dejas pasar y no le dices nada.
-P: Creo que tienes razón, Belén. Me ha sido de gran ayuda haber hablado contigo y te lo agradezco de corazón. Me has quitado un gran peso de encima porque pensaba que no tenía derecho a enfadarme con mi hijo. Gracias, Belén.
-T: Yo también me alegro enormemente que te sientas mejor. Estoy convencida de que, a partir de ahora, va a mejorar la relación entre vosotros. Hasta pronto.
*Este Consultorio es una recreación ficticia que no responde a ningún paciente concreto.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce