–Paciente (P): Buenos días, Belén. Vengo a verte porque tengo un problema en casa que no sé cómo resolver. Llevo divorciado varios años y vivo con mi hijo de 23 años. El caso es que he conocido, desde hace dos años, a una mujer encantadora con la que me siento muy feliz. Yo, para que no se incomodara mi hijo, le traía a casa sólo el fin de semana. Ella siempre ha puesto de su parte para llevarse bien con mi hijo: es amable y le ha hecho varios favores. Pero él…no es que le trate mal, no, es que se limita a saludarla y nada más; casi raya en la indiferencia. Yo quiero mucho a mi hijo y he hablado varias veces con él, pero me ha reconocido que no quiere volver a formar una familia. En fin, no sé qué hacer porque no quiero que mi hijo se sienta mal después de todo lo que ha sufrido en el pasado, pero me gustaría rehacer mi vida y convivir con mi actual pareja.
-Terapeuta (T): Deseo totalmente normal y natural, por tu parte. Está claro que las conversaciones con tu hijo no sirven de mucho porque no cambia de actitud, así que habrá que pasar a la acción. ¿Tu hijo trabaja?
-P: No, todavía está estudiando. Ya me imagino por dónde vas, Belén, pero a mí me gustaría que se fuera de casa de manera natural, no porque estuviera a desagusto en casa ni porque yo le echara de ella.
-T: Te entiendo perfectamente, pero, sin embargo, tomas de manera natural que tu hijo cree mal ambiente en casa con tu nueva pareja. Si tú no puedes hacer tu vida con tu actual pareja porque tu hijo no lo admite, después de que ya han pasado dos años de relación, será tu hijo el que se tendrá que plantear hacer él su propia vida tal como quiera vivirla.
-P: Sí. Sé que tienes razón. Pero, la verdad es que me cuesta relacionarme con mi hijo poniendo mis propias normas. Siempre he querido que viviéramos juntos de igual a igual, no como padre que dice lo que hay o no hay que hacer, pero me doy cuenta que no me está funcionando como pensaba.
-T: Me parece positivo en ti que no quieres la típica relación vertical donde el padre impone su criterio sobre los hijos pero te has pasado al otro extremo en el que parece que ahora eres tú el que tiene que pedirle permiso a él.
-P: (Se queda en silencio…) Sí, es verdad. Creo que me vas a tener que ayudar a relacionarme con mi hijo de otra manera porque ése es el fondo del problema ¿no?
-T: Exactamente. Tenemos que aprender la forma de relacionarte con tu hijo sin imposiciones pero sin dejaciones. Puedes estar cercano a tu hijo pero, tú siempre serás su padre y, como tal, no estás al mismo nivel del colega de clase.
-P: Es cierto lo que dices. Me ha servido mucho venir aquí porque me has ayudado a aclararme aunque todavía tengo mucho que aprender. Gracias, Belén, hasta la próxima consulta.
-T: Me alegro haberte sido de ayuda. Trabajaremos a fondo la relación padre-hijo para que, mejorándola, salgáis los dos beneficiados. Hasta pronto.
*Este Consultorio es una recreación ficticia que no responde a ningún paciente concreto.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce