En un momento, el discípulo nervioso se atrevió a preguntarle al maestro:
-“Tú que eres sabio, ¿por qué no nos enseñas lo que debemos evitar, qué
camino seguir, para así sufrir lo menos posible en la vida?”
-“¿Te gustaría que comiera por ti y te diera la comida masticada para que tú la
tragaras?” -le respondió el maestro.
Pero al cabo de los días, el discípulo le volvió a insistir.
-“Maestro, estoy pasando un mal rato. A veces no tengo fuerzas para probar la
comida por mí mismo”
El maestro, compadeciéndose de él, le dijo:
-“ Ahora déjate estar así y haz lo que puedas.
Pero no te olvides de que sólo tú puedes descubrir a qué sabe lo que comes y
que sólo tú puedes saber qué comida sienta mejor a tu cuerpo.
Dentro de ti está la respuesta a lo que necesitas, no fuera, ni siquiera en mí.”
Nadie puede poner en el suelo nuestras huellas al caminar, son sólo nuestras.
Cuando tengas la necesidad sentida de aprender, encontrarás la respuesta.
Autora: Belén Casado Mendiluce
Caminamos…Belén Casado Mendiluce