¿Quién no quiere vivir la vida con la mayor tranquilidad y disfrute posible? Por supuesto que todos, pero no siempre buscamos los caminos más adecuados, y nos volvemos expertos en el arte de… amargarnos la vida.

Ten presente que la felicidad no depende de las circunstancias exteriores. Puedes tener la vida resuelta, sin problemas económicos, con gente que te quiera alrededor, y agobiarte por cantidad de historias que no salen como a ti te gustaría: que si no te consideran en el trabajo como mereces, que si careces de aquella cualidad que sí ves en otras personas… Seguro que siempre tienes un “sí, pero” preparado para cada cosa que te sale bien ¿no?

Es muy importante que valores cada momento de disfrute de tu vida, como ese paseo tranquilo entre árboles al terminar el trabajo. Cada cosa que consigues hacer bien, como el haber sacado tiempo para ir a esa reunión del colegio de tus hijos. Dite a ti mismo que lo has hecho lo mejor posible, dentro de lo que tus circunstancias te han permitido (estabas cansado, no le podías dedicar mucho tiempo, o tus nervios no te dejaban concentrarte en lo que estabas)

Deja de luchar contigo mismo para estar siempre bien. La felicidad no se trata de eso ¿sabes? No se trata de estar siempre feliz y contento, como si la vida te sonriera permanentemente. Si no puedes hacer más de lo que haces, déjate en paz. Si te encuentras desbordado por pensamientos negativos que no puedes controlar y tienes que seguir trabajando, sé consciente de que haces lo que está en tu mano para estar lo más tranquilo posible y hacer tus tareas lo mejor que puedas, pero si hoy no es tu día, no te machaques.

La felicidad está más cercana a acoger lo que te surge cada día sin luchar contra nada, aunque no te sientas a gusto con lo que te pasa. Si te sientes desanimado por lo que te ha dicho una persona, no pretendas dar la imagen de que estás bien como si no pasara nada. Si te encuentras sin ganas de salir con los amigos y prefieres quedarte a solas, date permiso para ello. No vas a evitar sentir el dolor que te ha producido la contestación que te han dado, pero acogiendo lo que sientes conseguirás no tapar el dolor, ayudando a liberarte de él.

Estate en el día a día, en el ahora, aunque ese ahora incluya tener que planificar lo de mañana, si es el caso. Pero no te añadas más tensión preocupándote por el futuro, por tener controlados todos los posibles problemas que te puedan surgir. El miedo a lo que pueda ocurrir no te va a ayudar a vivir tranquilo, sino todo lo contrario. Y deja de añorar el pasado recordando lo que fue o pudo ser; aquello ya pasó. Sólo tienes el presente.

Lo ideal es vivir lo real de cada instante, y la felicidad tiene mucho que ver con ello.

Caminamos…Belén Casado Mendiluce

 belencasado@terra.es