Puede que seas de esas personas que piensa que tener relaciones sexuales es satisfacer una necesidad fisiológica, como comer y dormir, pero si bien estas son actividades imprescindibles para sobrevivir, no puedes decir lo mismo del sexo: seguro que has tenido etapas en las que no has hecho el amor y no te ha ido la vida en ello ¿verdad?
Otra cosa es que tu vida se resienta, y que no te sientas igual con o sin sexo, lógicamente. Pero también tu vida sexual es un reflejo de cómo estés en el día a día: si estás preocupada o estresada, no tendrás ganas de tener relaciones sexuales o bien, utilizarás estas como una válvula de escape, una manera de liberar la tensión acumulada en tu vida diaria.
Por supuesto, que el sexo es cosa tuya y de tu pareja y sois vosotros quienes decidís lo que mejor os va: cuántas veces hacéis el amor y de qué manera es vuestra decisión personal e intransferible, y hay que andarse desde fuera con mucho cuidado para no juzgar lo que a cada pareja le satisface.
Aunque existen cambios hormonales que se producen en tu cuerpo a lo largo de tu vida y que condicionan, inevitablemente, tu deseo sexual, también tu mente tiene mucho que decir, y a ella voy.
Deja de estar pendiente de alcanzar el orgasmo en la relación: no siempre se está con la misma habilidad para provocarlo en la otra persona (o en la propia), ni uno mismo se siente igual de relajado para dejarse llevar. Existe la opción de, simplemente, disfrutar con las sensaciones agradables del cuerpo, más allá de llegar al clímax.
Pregúntate: “¿qué me ayuda a sentir deseo por el otro?” y díselo a tu pareja. Puede ser un buen masaje, incluso en los pies y en la cabeza. O una sesión de baile tranquilo los dos a solas en el salón de casa. O que tomes tú la iniciativa (o la tome el otro) para tener el sexo con tu pareja como te apetezca. También, incluso, podéis acariciaros y abrazaros sin llegar a la penetración, ¿por qué no?
En realidad, no tienes que hacer nada, no hay ningún patrón que seguir de cómo se hace el amor. Incluso hay mujeres que, antes de ir a la cama, les pone tener una conversación profunda con su compañero, sobre el sentido de su vida, lo que esperan de ella, o sobre el trabajo artístico que ella está desarrollando. Y lo entiendo, porque compartir lo que uno siente como importante, excita.
Compartir el sexo es compartir la vida, cómo me siento y qué es lo que necesito…y que a ti te importe, claro.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
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