Pues sí, estoy en contra de la famosa frase del Filósofo Descartes que decía: “Pienso, luego existo”. Yo creo que el que mucho piensa y analiza las cosas acaba por perderse, no por encontrarse.
Y no digo que no hay que pensar cuando existe la necesidad de planificar o buscar soluciones a algún problema concreto, como en qué distribuir durante el mes el dinero que gano, o qué documentación necesito para solicitar una beca, pero pretender racionalizar todo lo que me ocurre es una manera bastante irracional de vivir.
Hay personas que establecen una lista de cosas positivas y negativas que tiene la pareja con la que salen, con el ánimo de hacer un balance que les permita decidirse sobre la conveniencia o no de seguir con esa persona. Nada más lejos de la realidad. El cuerpo tiene sus razones que la razón suele pasar por alto.
Los sentimientos que se vienen repitiendo (“siento que no me escucha cuando le cuento un problema”), las sensaciones del cuerpo que no desaparecen (“me incomoda estar a solas con esa persona”), las intuiciones que no son pensadas sino que surgen como una claridad interior (“me parece que esta persona es un manipulador”), son mil veces más certeras y seguras que la miríada de pensamientos que nos cruzan por la cabeza.
Siempre digo que, en esta sociedad, el gran reto que tenemos es el de cultivar esa facultad fantástica de la mente de NO-PENSAR. Ese espacio silencioso donde podemos estar en el aquí y ahora, en el presente, sin tener esa constante rumia mental que nos deja tensos y agotados. Porque si la mente tiene la capacidad de pensar, mucho mayor es su capacidad de no-pensar.
Y resulta que cuando hacemos lo de cada día lo más atentos que podemos a lo que estamos sin estar con la mente en otra parte y sin dar constantes vueltas a lo que tengo delante, más se desarrolla mi intuición y antes veo lo que necesito con más claridad. Porque el silencio mental aporta lucidez y nos ayuda a resolver los conflictos de la manera más adecuada.
Se trata de entrar en otro nivel de conciencia. Porque podemos entender y darnos cuenta de la realidad más allá de reflexionar sobre ella. Porque el Silencio es una enorme fuerza que está en nuestro interior y de la que conocemos sólo una parte mínima. Porque Silencio eres tú.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce