Aquella pareja llevaban muchos años de convivencia y de tensiones. El le
decía que era la mujer de su vida y ella… hacía yoga todos los días porque
quería vivir con paz y cariño hacia su marido.
Pero, por más que ella le daba comprensión y amor, él no podía dejar de
tratarla mal. “¿Qué estaré haciendo mal?” ¿Por qué mi amor no es suficiente
para que cambie?” –se preguntaba ella.
Un día en el que estaba dando un paseo por el campo se encontró con un
pájaro caído en el camino. Lo recogió y le dio con paciencia agua de un arroyo
cercano para reanimarlo. El animal, poco a poco, empezó a agitar sus alas
hasta que, por efecto de las gotas de agua que la mujer ponía en su boca,
expulsó por el pico un pequeño caracolillo que tenía atragantado.
La mujer no podía en sí de alegría, al darse cuenta de que había salvado al
pequeño pájaro de morir asfixiado. El pájaro quiso agradecerle a la mujer su
dedicación y, antes de emprender el vuelo para marcharse, le dijo:
-“Tú me has devuelto a la vida porque yo me dejé cuidar por tus amorosas y
atentas manos. Tu amor me ha salvado, querida amiga, y siempre te guardaré
en mi corazón. Pero no pretendas salvar a quien no está abierto a recibir tu
cariño. Márchate, deja de aferrarte a él y podrás vivir en paz”. Y dicho esto, el
pájaro agitó las alas y se alejó hacia el cielo.
La mujer volvió andando despacio a su casa. Las palabras del pequeño pájaro
habían calado hondo en su corazón. Comprendió que era ella la que se
aferraba a salvar a su marido …cuando él estaba cerrado a recibir su amor.
Autora: Belén Casado Mendiluce
Caminamos…Belén Casado Mendiluce