Siempre me ha parecido interesante este tema. ¿Cómo no va a serlo cuando te salen comportamientos automáticos de los que tú mismo te sorprendes, que incluso van en contra de los principios en los que crees?
Cuando te salen sin quererlo reacciones de agresividad, de malas maneras con otra persona aunque tú valores el respeto y la educación o cuando hablas con alguien con tantas ganas de ser agradable y complaciente que luego te enfadas contigo mismo por haberte comportado así. Todos esos son comportamientos automáticos e inconscientes que no controlas y que revelan actitudes en ti de las cuales no eres muy consciente.
No siempre podemos darnos cuenta de todo, nuestra limitación como seres humanos que somos tiene que ver con esos “puntos ciegos”, áreas de nuestra personalidad a las que no llega la luz o nos resulta difícil ver con claridad. ¿Se puede cambiar eso, es posible hacer consciente lo inconsciente?
En el momento en que te “pillas” actuando de una manera que te sorprende de ti mismo es cuando puedes darte cuenta de lo que hasta ahora estaba en la sombra, metido en esa “caja de Pandora” de la que no sabes ni lo que guardas dentro. Cuando observas cómo te has comportado y cómo te has sentido, puedes aprender algo de lo que acaba de salir a la luz.
Puedes darte cuenta de que, a pesar que de valoras el tenerte en cuenta y hacer lo que sientes, te has visto metido en un grupo de personas y has acabado haciendo lo que quería la mayoría sin cuestionártelo. Después de pasada la experiencia, aprendes que con poca gente alrededor te resulta más fácil actuar como quieres, por ejemplo.
No se trata de culpabilizarse ni tampoco de hacerse inútiles preguntas como: “¿por qué me he comportado así?”. Simplemente, reposa en silencio lo vivido desde la actitud abierta de quien está dispuesto a aprender. Puede que todavía sientas miedo a quedarte solo, alejado de los demás. Puede que todavía permanezca en ti el deseo de la infancia de ser aceptado por los demás. Las respuestas a lo que te ha pasado surgirán con claridad desde el silencio, más allá de pretender analizar con reflexiones lo ocurrido.
La sombra de uno mismo, aquello de lo que no somos muy conscientes, nos da información valiosa de nosotros mismos. No hay que asustarse de ella ni tenerla miedo. Sólo hay que tener miedo de aquello que mantenemos encerrado bajo llave alejado de nuestra mirada, pero… aunque no lo quieras, también saldrá a la luz… como un río que siempre busca su salida al mar.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
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