La abeja volaba en su ritmo frenético de trabajo, yendo de flor en flor, haciendo
lo que tenía que hacer sin preguntarse nada más. El campo le ofrecía todo tipo
de vegetación para su deleite y disfrute.
Pero una enorme sequía asoló el lugar; las plantas y las flores ya no
reverdecían como antes y el campo se convirtió en un lugar yermo y desolado.
La abeja, desconcertada, fue a consultar al sabio del lugar, un tranquilo pájaro
que vivía en las ramas de los árboles.
“Dime, querido pájaro, ¿por qué ya no tengo todas las flores a mi disposición
como antes? Intento pensar qué ha podido pasar y no consigo entenderlo”.
“En vez de intentar entender, intenta ATENDER, querido amigo. En vez de
preguntarte el por qué, reflexionando sobre lo que ha pasado, presta atención a
lo que te rodea y podrás actuar como lo necesites, en este caso, marchándote
a otros campos más fértiles. No todas las cosas se solucionan pensando sobre
ellas sino observando lo que hay, así que deja de pensar y actúa como
necesites para seguir viviendo.” –le respondió el pájaro.
En ocasiones, lo inexplicable y absurdo no tiene una explicación lógica que puedas comprender. Es más importante, entonces, que atiendas a lo que tienes delante para dar la respuesta más adecuada a lo que necesitas.
Autora: Belén Casado Mendiluce
Caminamos… Belén Casado Mendiluce