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Belén Casado Mendiluce

La psicóloga en casa

El síndrome postvacacional

 

Volver de nuevo al trabajo tras las merecidas vacaciones puede costar más o menos. Depende de cómo se sienta uno en el trabajo que realice y de cómo condicione ese trabajo, en el día a día, el tipo de vida que uno lleve.

No es lo mismo trabajar bajo presión y estresado, con poco tiempo libre más que para llegar a casa cansado y además ponerse a cumplir con obligaciones familiares, que tener un trabajo de media jornada que te permite descansar por la tarde e incluso desarrollar aficiones. Y eso sin contar que tu trabajo te guste o, simplemente, lo tengas como un medio de vida.

Pero no se trata sólo de “ponernos las pilas” después de las vacaciones sino de plantearnos si puedo cambiar algo en el trabajo que tengo y en la vida que este me hace llevar. ¿Puedes dedicar un tiempo diario a relajarte o a compartir con tus personas cercanas cómo te ha ido el día? ¿Puedes trabajar menos horas para tener más calidad de vida, aunque sea ganando menos?

Si te produce ansiedad la vuelta al trabajo, si duermes peor o tu ánimo se vuelve irritable o depresivo, es señal de que necesitas realizar algún cambio en el tipo de vida que llevas, y tu cuerpo así te lo hace saber.

Muchas personas viven como si estuvieran condenadas a seguir en una rueda imposible de parar. Viven sin tiempo más que para trabajar y cumplir con sus responsabilidades diarias y el fin de semana necesitan desfogarse, que no siempre relajarse, antes de empezar la rutina de la semana.

Se hace necesario, entonces, empezar a hacerse algunas preguntas:

-¿Cuánto dinero necesitas para vivir?

No te pregunto cuánto dinero necesitas para mantener tu nivel de vida, con “necesidades” que no son tales, sino con cuánto dinero puedes cubrir tus necesidades básicas de alimento, vestido y cobijo, así como el sustento y la formación de tus hijos.

Puede que no necesites comprar el último avance en tecnología, ni renovar tu vestuario cada temporada, ni tampoco sea imprescindible tener que ir a un restaurante cada fin de semana, ni estar ahorrando todo el año para hacer el gran viaje del verano.

Importa mucho más que tu día a día sea de más calidad, que dispongas de más tiempo para ti y los tuyos, que vivas menos estresado, aunque ya no puedas mantener el nivel de vida que tenías antes. Quizás, no estás dispuesto a ganar menos para renunciar a más cosas, cuando sigues insatisfecho…

-¿Qué ambicionas en tu vida?

Pregúntate si aspiras a que te reconozcan en el trabajo a costa de desvivirte por él. Si quieres darles a tus hijos todo aquello que tú no tuviste a cambio de estar durante el año poco tiempo con ellos. Seguro que me dirás que ambicionas lo mejor para ti y los tuyos…

Pero la ambición, no necesariamente, implica calidad de vida. Puede ser que la solución sea como algunos economistas señalan, no el crecimiento y el consumo constante, sino el decrecimiento y el vivir con menos.

Si la vida que llevas no te satisface, tienes que empezar a cambiar tus prioridades a cambio, probablemente, de empezar a tener menos cosas. Empieza a hacer tu propio “camino de Santiago” de desapego, ese que no necesita que camines por ningún lugar sino que transcurre en tu propio interior.

 

Caminamos…Belén Casado Mendiluce

belencasadomendiluce@gmail.com

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Sobre el autor

Soy Licenciada en Psicología y desarrollo mi trabajo en una consulta privada. Mi vocación desde joven ha sido la psicología, y a través de ella he buscado comprender a los demás y a mí misma. Desde ese trabajo interior, intento que lo que transmito sea un reflejo de aquello en lo que creo y que me sirve a mi. Me siento siempre en búsqueda, abierta a aprender de todo aquello que me haga crecer como persona. Y creo que lo que se vive como vocación no es sólo patrimonio mío sino que puede servir a los demás.


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