¿Has sentido alguna vez cómo el tener menos cosas te da más libertad? Cuanto más te desprendes del afán de tener, más te das cuenta de que puedes vivir perfectamente sin aquello que hace un instante deseabas fervientemente.
Las cosas no te dan más libertad, te la quitan. Pones tu alma, tu ilusión en adquirir tal o cual cosa, como si el tenerlo fuera a darte ese soplo de aire nuevo que necesitas en tu vida…pero qué poco dura esa sensación.
Cuando compras algo te sientes más segura, más alegre, con menos miedos. El comprar te hace sentirte con una sensación extraña de poder, de que tu vida está en tus manos y puedes controlar lo que en ella ocurre. Puro espejismo.
Si comienzas a dejar, poco a poco, de adquirir algo nuevo, te darás cuenta de que en realidad no lo necesitas y de que teniendo menos cosas te sientes más libre frente a todo ello. Puedes pasar delante de las tiendas sin tener la necesidad de entrar en ellas y experimentas la sensación de ser tú el que ahora controlas tu vida porque no pasas a depender de cosas externas a ti.
Menos es más. Tener menos cosas te hace ganar en tranquilidad porque va desapareciendo tu ansiedad inconsciente por acumular. Y ganas también en libertad interior porque las cosas tienen menos poder sobre ti y, por tanto, te desestabilizan menos.
Entonces surge la libertad del desapego, ese irse desprendiendo de lo que no eres tú, ese irse quitando añadidos, que se han adherido a ti con el paso del tiempo como capas de cebolla…pero que se pueden quitar.
Ese desapego es un camino, se va haciendo poco a poco y pareciera, al principio, que te faltara algo cuando dejas de tener y acumular, síntoma evidente de hasta qué punto te habías identificado con las cosas, habías puesto tu corazón en ellas.
Incluso puedes sentir las ganas de tener un “voto de austeridad”, una actitud ante la vida que no te impida disfrutar de ella pero que te compromete a no gastar más de lo necesario. No tienes que demostrar nada a nadie con ese compromiso porque con que te valga a ti es suficiente.
Intuyes cierta libertad interior que, te das cuenta ahora, viene de dentro de ti, no de fuera y que lentamente vas conquistando. Conquistas la libertad para dejar de sentir el impulso de comprar, la libertad para decir “no”, la libertad de ir descubriendo quién eres más allá de las cosas, la libertad de SER TU.
Ya lo dijo Ernest Hemingway: “El hombre que ha empezado a vivir más seriamente por dentro, empieza a vivir más sencillamente por fuera”.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce