Sofía paseaba por la playa disfrutando del comienzo del fin de semana. Tenía ganas de no pensar en problemas y preocupaciones, simplemente, quería estar tranquila sin más.
Caminando, a lo lejos, empezó a reconocer la figura de alguien que se le acercaba hacia ella. Era su compañero de trabajo más molesto, el que menos le ayudaba cuando tenía dudas y que, además, tenía la fea costumbre de criticar los defectos de los demás.
-“¡Por Dios!”, pensó. “No me apetece nada encontrarme con esa persona. Tenía que aparecer precisamente hoy para fastidiarme el día.”
Sabía que tenía que pararse con él para saludarle, no podía ignorarle, ya que, se veían las caras todos los días durante 8 horas en el trabajo.
Pero no quería hacer “el paripé” sin más, no quería decir las típicas tonterías que se dicen cuando te quieres quitar a alguien de encima.
“Quiero estar tranquila conmigo misma”- pensó. “No quiero forzarme a hacerme la simpática cuando por dentro estoy pensando que es un estúpido.”
Se relajó. Dejó de recordarse lo mal que le caía esa persona, dejó de tener presente que tenía miedo a que también pudiera criticarle a ella. Simplemente, mientras se iba acercando hacia ella, le vio como una persona a la que poder tratar bien sin forzarse a nada.
Se paró con su compañero, le saludó y le habló de la manera que ella necesitaba para estar en paz consigo misma. Sin dureza en la mirada, sin rechazo en el contacto, sin tensión en sus palabras.
A penas tuvieron mucha conversación, pero Sofía sintió que fue la suficiente para que algo se moviera. No había sido falsa, pero tampoco había sentido el nerviosismo de tener ganas de marcharse.
El lunes siguiente, cuando volvió al trabajo, a la hora del café, su compañero “molesto” se acercó a ella y le dijo.
-“Oye, el otro día me gustó verte en la playa. ¿Qué tal pasaste el fin de semana?”
Sofía se quedó sorprendida. No había hecho gran cosa más que estar tranquila y, sin embargo, se había producido un cambio de actitud entre los dos. Había merecido la pena el encuentro, pensó.
Autora: Belén Casado Mendiluce
Caminamos…Belén Casado Mendiluce