Siempre he pensado que, supuesta una afinidad entre dos personas que conviven juntas, hace falta estar bien con uno mismo para que la convivencia funcione. La relación es cosa de dos, por supuesto, pero nadie puede hacer lo que es trabajo tuyo personal: mejorar tu propia vivencia.
Nadie, por muy bien que te lleves con él, puede hacer que tengas buena autoestima, que reacciones ante las dificultades sin ponerte airado o que tengas una actitud positiva ante la vida. Depende de ti como quieras ser y depende de ti tener la motivación para mejorar como persona.
De la misma forma que sabes que nadie puede resolverte la vida, tampoco nadie puede eliminar los miedos e inseguridades que sientas más que tú mismo. Todos conocemos casos de personas que, aun teniendo al lado familiares que les apoyaban, no cambiaban comportamientos destructivos que tenían y seguían complicándose la vida y…haciendo sufrir a los demás.
Y cuando te preocupas por estar bien contigo mismo, la convivencia en seguida mejora porque tu actitud repercute de manera inmediata en la otra persona, aunque no hayas hablado con ella. Si pones de tu parte, por ejemplo, para no traer las preocupaciones del trabajo a casa porque te sientes estresado, tu relación familiar mejorará inevitablemente.
Pero tienes que ser sincero contigo mismo y actuar movido por lo que necesites para ti mismo no para los demás, para complacerles o agradarles; eso no es una actitud egoísta sino una necesidad básica como comer y dormir. Puede que tu pareja quiera que paséis más tiempo con sus padres pero tú necesites ese tiempo para estar a solas contigo mismo.
Siempre me acuerdo de aquella persona que, sufriendo una situación de maltrato por su pareja, quería vivir las cosas con más paz e incluso se apuntó a cursos de yoga para aprender a estar más relajada en casa…donde era imposible estarlo. Por eso, a veces, lo que uno necesita, no es siempre adaptarse a la situación.
Presta atención a tus miedos, escúchalos como quien escucha a un amigo que tiene algo que contarte, ellos te pueden decir a qué necesidades que sientes no haces caso por miedo a…que algo cambie en tu vida. Y piensa una cosa, las necesidades que ahora no hagas caso, no desaparecen, salen una y otra vez…llamándote a la puerta para que les hagas caso.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
belencasadomendiluce@gmail.com