En la vida personal no se puede estar constantemente aprendiendo, mejorando y creciendo como personas. No hay que hacer una carrera de obstáculos con nosotros mismos pretendiendo alcanzar alguna meta de excelencia. ¡Qué cansado!
Me acuerdo cuando, hace poco, una persona me dijo, con buena intención, con respecto al blog: “sigue mejorando”. Cuando leí aquello, algo me chirrió dentro de mí como si en la vida tuviera que seguir esforzándome por alcanzar alguna cima o llegar a no sé dónde para demostrar así lo que valgo.
Sé que, en general, tengo la actitud de querer aprender y mejorar pero, no me engaño, no siempre estoy abierta a ello porque puede que no sea el momento de aprender, porque necesite primero desahogarme o vivir mi malestar el tiempo necesario para serenarme.
Aprendemos de las circunstancias de la vida cuando estamos preparados para ello, no antes, y eso es algo que no se puede forzar. Me recuerdo a mí misma ante las situaciones difíciles que estoy dispuesta a querer ver, a tener los ojos abiertos para darme cuenta, y sé que aprenderé cuando pueda, no antes. Eso me relaja.
Puede que necesite mi tiempo para asimilar lo que vivo aunque a otro le parezca una simple etapa en el camino. Porque para dar el siguiente paso tengo que haber sentido el momento en el que estoy con toda la consciencia que sea posible, haberlo vivido totalmente, implicándome todo yo.
No se trata de mejorar y crecer constantemente. Hay que saber parar, estar donde se está sin otra pretensión que la de vivir lo que toca, ya iremos cambiando cuando sintamos la necesidad de ello, la de situarnos en otro punto distinto del que estábamos porque nos sentimos mejor así.
No quiero estar mejorando como persona como si estuviera en una empresa de la que tengo que dar cuentas de mi rendimiento, no voy a competir conmigo mismo ni voy a demostrarme lo inteligente o competente que soy. Me dejo en paz y no me juzgo por haberme equivocado.
Así que si ahora quiero tomarme un tiempo para estar en el momento de vida que estoy sin meterme prisa por tener que decidir nada ni cambiar nada, me dejo estar. Si el crecimiento constante en la naturaleza resultaría monstruoso, tampoco me hace falta llegar a ningún punto diferente del que estoy. Es así.
Caminamos… Belén Casado Mendiluce
belencasadomendiluce@gmail.com