Me han pedido que hable sobre los recuerdos negativos y de cómo estos nos afectan en el presente, así que me pongo al tema con interés.
Todos tenemos experiencias dolorosas de las cuales no nos hemos liberado, que se quedan dentro de nosotros con toda su carga de negatividad. Y cada vez que alguna situación del presente nos recuerda la anterior, se despiertan de nuevo los miedos, las iras y la frustración sentidos.
¿Cómo nos podemos liberar de los recuerdos que nos atenazan todavía? Tiene, en primer lugar, que existir un ejercicio de liberación de la rabia y el dolor acumulados en nuestro interior. Si no contamos con la ayuda de un profesional, podemos hacer un ejercicio sencillo que ayuda a ponernos en contacto nuestra tensión acumulada.
A solas, en tu casa, coge una percha y vete golpeando con ella el colchón a la par que dices en voz alta todo aquello que te surja recordando la situación dolorosa. Pueden ser insultos y descalificaciones, no te frenes en decir lo que te plazca. Conforme repites los golpes irás verbalizando con menos carga lo vivido, aunque puede que necesites repetir varias veces el ejercicio en sucesivos días.
Una vez que te sientas con menos rabia interior, necesitas hacer un ejercicio de perdón. Perdón no sólo hacia la persona que nos hizo daño sino, sobre todo, perdón a nosotros mismos por no haber actuado como nos hubiera gustado.
Ya he comentado en otras ocasiones que el perdón no es algo que se regala a alguien como haciéndole un favor, sino un ejercicio que se hace, sobre todo, para beneficiarnos a nosotros mismos de él, para estar en paz con nosotros mismos y “soltar”, liberarnos de la situación dolorosa. Este paso es imprescindible.
En contra de lo que parezca, suele resultar bastante más difícil y lleva más tiempo el perdonarnos a nosotros mismos que el perdonar a los demás. Puedes ya no tener ninguna relación con la persona que te ofendió pero contigo mismo convives todos los días y necesitas reconciliarte contigo.
Si te perdonas a ti mismo es porque comprendes que hiciste lo que pudiste con el nivel de consciencia que tenías en ese momento. Te hubiera gustado defenderte mejor o no aguantar tanto como lo hiciste pero no podías, por tus miedos e inseguridades, actuar teniéndote en cuenta como debieras.
Tus recuerdos dolorosos no son más que energía acumulada en tu interior. Saca la rabia, verbaliza lo que sientes y perdónate a ti mismo… para acogerte por fin en un abrazo cariñoso.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
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