¡Cuántas veces nos esforzamos por perseguir un ideal! Pero la realidad nos demuestra, una y otra vez, que las cosas no cambian porque nosotros nos empeñemos y que las personas sólo mejoran si tienen voluntad para ello.
He sido educada en la religión católica y, a través de ella, me enseñaron que “el amor todo lo puede”, que tienes que “amar a tus enemigos” y “perdonar setenta veces siete”. Vamos, el amor incondicional puro y duro.
Pero el amor incondicional sólo existe en mi relación madre-hijas, porque entiendo que es el único contexto en el que, muchas veces, se da más de lo que se recibe, y es normal que sea así, amor sin condiciones,
Pero en las relaciones con nuestros semejantes, en relaciones de pareja o de amistad, resulta muy peligroso ejercer el amor incondicional. Damos sin esperar nada a cambio, ni siquiera agradecimiento, ofrecemos nuestra ayuda sin esperar a que nos la pidan, perdonamos sin que el otro reconozca su falta, y así, vamos sembrando el camino para…anularnos como personas.
Sólo cuentas con la realidad del presente, la única que te dice, como algo obvio, cómo es la relación que mantienes con esa persona, y no pretendas modificar esa realidad con la fuerza de tu amor, no pretendas forzar lo que naturalmente no se da.
Eso no significa que te tengas que adaptar a lo que tienes, convirtiéndote en un cubo de basura que el otro utiliza cuando le conviene, no. Ser consciente de que tu realidad te hace sufrir debería servirte para salir de ella lo antes posible.
No esperes a ver si tu amor le puede hacer cambiar al otro, a ver si tu entrega incondicional le puede transformar a tu pareja en mejor persona de lo que es. La realidad va a seguir siendo como es y tu espera sólo conseguirá que tengas menos fuerzas para enfrentarte y salir de esta situación.
No te engañes, sólo cambia quien quiere cambiar, quien toma conciencia de sus propios fallos, y no se cambia por tener alguien al lado que te da todo el amor y la generosidad que tú mismo no eres capaz de transmitir.
La realidad de cada instante presente es la única que te puede decir lo que es obvio, lo que tienes delante de ti, no el ideal de pareja que te gustaría tener, sino lo que hay, a pesar de todos los empeños que pongas en lo contrario.
Y para finalizar, la frase “ama al prójimo como a ti mismo”, sólo quiere decirnos que primero debes amarte a ti mismo para poder dar de tu amor a los demás, no que primero están los demás ante que tú mismo.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
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