Cuántas veces te has cuestionado si eras lo suficientemente generoso con los demás, porque a ti te habían educado para no ser egoísta, para preocuparte por el bienestar de los demás aunque el tuyo propio quedara a ras del suelo.
Pero, al fin, te dabas cuenta de que “esos demás” no te iban a tratar mejor ni a tenerte más en cuenta por muy amable que fueras con ellos. ¿Dónde queda lo que yo necesito?, te preguntabas. ¿Acaso merezco preocuparme por mí?, se te pasaba por la cabeza.
Lo siento, pero la realidad es que no nos han educado para tener una sana autoestima, para quererse uno mismo y sentir que, en la relación con los demás, tan importante es el respeto a los demás como a uno mismo.
Te diré que quererse a uno mismo es tan fundamental como el aire que respiras y que según cómo te trates a ti mismo podrás construir una base sólida en la que apoyarte cuando las cosas te vengan mal dadas en la vida. Así que procura no dejarte de lado, no te olvides de quién eres y lo que necesitas, porque… te va la vida en ello.
Tener una sana autoestima es tarea de toda una vida, siempre se va aprendiendo a tenerse uno en cuenta. Empieza por lo más sencillo, que es hacer caso a tus gustos cuando quieres comprarte una ropa o pedir un plato de comida en un restaurante, en vez de estar pendiente de la opinión de los demás. Elige según tu criterio y no el de los otros, te sentirás mejor.
Escucha tu semáforo interior, ese que te va avisando con un sentimiento sentido en tu cuerpo, si te sientes relajado o incómodo en una situación. Haz caso a lo que sientes, si salir de una situación o apartarte de la relación con una persona. Tu cabeza es mala consejera porque te dice lo que “deberías” hacer y no lo que de verdad sientes.
Aviso a navegantes: no siempre tenerte en cuenta te va a llevar a actuar y sentirte bien por lo que haces. Igual tu actuación supone una ruptura en la relación con alguien, ruptura en la que es inevitable sentir dolor. Sigue tu camino que el tiempo irá asentando las cosas y haciéndose la luz. Confía en ti mismo, porque todo lo que hagas con consciencia no “cae en saco roto”.
Cuando sufras, cuando te duela tener que tomar una decisión, apóyate en saber que no actúas desde la impulsividad sino desde la consciencia que te da el hacer caso a tu “semáforo interior”. Y acuérdate de que ser una buena persona no significa vivir “sin romper un plato”, porque tu vida no puede ser la paz de los cementerios, en la que no pasa nada porque…todo está muerto.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
belencasadomendiluce@gmail.com
www.psicologiapersonalizante.com