En estas circunstancias, bien puedes encontrar un momento para parar.
Parar, reposar y sentir.
Parar para dejar de ir corriendo a todas partes
Reposar para dejar un tiempo lo vivido en mi interior, en calma.
Sentir para tomar conciencia de qué me ha pasado.
Si no haces nada de ello, vives sin vivir en ti,
dejando la vida pasar por delante de ti,
sin ser consciente de ti mismo.
Para y vete a un ritmo más lento,
donde puedas saborear los pasos que das,
porque sólo tú puedes ir haciendo camino,
porque sólo tú eres protagonista de tu propia vida.
La lentitud favorece la consciencia
Y reposa lo vivido,
como quien deja reposar un buen vino,
y dejas sentir- que no analizar- lo que te ocurre.
Dejas de dar vueltas a la cucharilla en el vaso –pensando-,
y sacas la cucharilla
para que se pose el azúcar en el fondo.
Reposar en las tripas lo que vives
Y siente lo vivido,
porque sólo los sentimientos tienen algo que aportarte,
algo de lo que aprender,
para ser más consciente en tu vida.
Sentir es dar valor a tus sentimientos,
como si fueran tu seña de identidad,
tu sello inscrito en la piel.
Nadie mejor que tú mismo sabe lo que siente,
y a eso hay que darle valor.
.
No tengas miedo a sentir
No tengas miedo a vivir.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
belencasadomendiluce@gmail.com
www.psicologiapersonalizante.com